Diversidad de culturas sorprendentes
Damy Araí Vales Vilamajó
Ofrecer un pellizco de sal a un invitado en una comida como gesto para refrescar la boca resulta una de las tantas costumbres del gran cóctel étnico y cultural que conforman la sociedad de Malasia.
Esta nación resulta anfitriona permanente de tres culturas: la malaya, la china y la hindú, que interactúan diariamente de manera pacífica y armónica, apegados a sus tradiciones y estilos propios de vida.
Los malasios constituyen el grupo mayoritario de la población con un fuerte sentido del respeto y severas normas de educación.
Los partidos políticos se dividen según las razas y creencias religiosas, por lo que los malayos, musulmanes en casi su totalidad, se concentran en el partido que gobierna, el UMNO, mientras los indios y los chinos se concentran en otras agrupaciones.
De acuerdo con la Constitución Malaya, los bumiputras, personas que profesan el Islam, hablan bahasa melayu habitualmente y poseen por lo menos un padre nacido dentro de la Federación de Malasia antes de la independencia del 31 de agosto de 1957, y son considerados los verdaderos malayos o de “pura cepa”.
En tal caso, las mujeres bumiputra cubren sus cuerpos con largos vestidos de manga que tapen sus brazos, decorados con enormes flores coloridas, y esconden su cabellera con pañuelos que combinan con su vestimenta pese a no estar establecido en la Constitución.
Aunque la mayoría de la población habla inglés, el idioma oficial es el malayo, además de algunas minorías que platican el chino, el iban y el tamil.
Por su parte los chinos, aunque representan un pequeño grupo, tienen fuerte presencia en los ámbitos comercial y culinario.
Se comunican en mandarín, practican el budismo y el taoísmo y visten al estilo occidental. Asimismo los hindúes, que representan el 10 por ciento de los habitantes de Malasia, añaden diversidad con su lenguaje tamil, hindi y malayalam.
Aunque no es usual que interactúen entre sí, cada grupo conserva y defiende sus tradiciones, costumbres, idioma y vestimenta, contribuyendo a mantener la multiplicidad cultural.
Sin embargo, pese a los cambios positivos que ha experimentado el país, la población aún se aferra a prejuicios muy arraigados.
Uno de ellos es el que plantea que el malayo gobierna, el chino prospera a través del comercio y el indio hace el trabajo duro.
La administración malasia trabaja en la actualidad por lograr una mayor inclusión de la mujer en la sociedad. Tal es así que recientemente, el primer ministro Najib Tun Razak a través del blog 1Malaysia, reveló que las mujeres representan en el 2011, el 47.3 por ciento de la fuerza laboral del país, en contraste con el 30.8 por ciento registrado en el 2000 y prevé para el 2015, que ese récord aumente a un 55 por ciento.
Décadas atrás la educación era un lujo para las mujeres, sin embargo, cada año las universidades incrementan sus capacidades y reciben más jóvenes de ese género.
Por ello, como por asuntos religiosos y el respeto interracial, este territorio es famoso por la tolerancia, y se avista en la arquitectura de Kuala Lumpur, la capital.
Esta ciudad con predominio del estilo islámico, ostenta rascacielos muy altos como las emblemáticas Torres Petronas o la imponente Torre Kuala Lumpur, que conviven con edificios coloniales como la Estación Central, la gran mezquita Nacional de Masjid Negara e innumerables templos hindúes, chinos y musulmanes.
Las viviendas de los pueblos o aldeas rurales, generalmente se encuentran cerca del mar, en las fronteras con las zonas selváticas o en las orillas de los ríos y son usualmente de madera, con tejados muy inclinados y en ocasiones son construidas por encima del suelo a fin de protegerse de animales peligrosos.
Para los malayos, la apariencia y estética de las personas tiene suma importancia, y evitan el uso de ropas inadecuadas.
Celebran toda una serie de festivales en el año debido a que las diferentes creencias y religiones le dan gran importancia a sus respectivas festividades.
El Año Nuevo Chino, el Hari Raya Aidilfriti (Eid Mubarak), el Deepavali, la Navidad, y los festivales Iban de Gawai y el Kadazandusun Kaamatan figuran entre los más famosos.
El Citrawarna o “Colores de Malasia”, que usualmente adorna las calles en los meses de mayo y junio, ofrece un impresionante despliegue cultural de canciones, danzas y arte culinaria cocina de los diferentes estados del país.
A pesar del diverso bagaje de culturas y tradiciones, los gobernantes malasios han contribuido con políticas realistas y pragmáticas de modo que no afloren situaciones de desigualdad que dañan por lo general a las sociedades plurales.
Desde su independencia en 1957, Malasia ha implementado una transformación socio-económica de la sociedad que le permitió alcanzar su condición de economía en vías de industrialización.
Sin embargo, se empeña en alcanzar su estatus de nación desarrollada para el 2020, pues no sólo ha registrado un rápido crecimiento sino que sirve de ejemplo digno de emular por otros países en desarrollo.