El secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, confirma que es un técnico avanzado y un político simplón aderezado de incompetencia verbal.
Es muy cierto que el llamado salario mínimo subió este año 4.1% y se espera que la inflación no sea mayor a 3.6% y de ahí que cualquiera pueda restar y obtener una diferencia de 0.50 puntos. Estamos, pues, ante cifras prácticamente imperceptibles que, convertidas en pesos, no son significativas de nada. Eso en el bolsillo de las amas de casa y no solamente, en la cartera de cualquiera, es absolutamente nada. Intente usted comprar algo adicional con esa cantidad inapreciable y se estrellará con un muro en el mercado.
Pero de ahí a decir públicamente, y ante una docena de micrófonos de medios difusores, que ahora ha aumentado la capacidad de compra del salario mínimo suena a una broma grosera y de mal gusto.
No ha entendido el señor Cordero que por sólidas que puedan, repito, ser las macrocifras económicas, éstas no pueden ser el sostén de una precandidatura a la Presidencia de la República. Esos datos que obligatoriamente deben ser cada vez mejores, no hacen gala de inteligencia ni de talento político. Tan no lo ha entendido el señor Cordero que, una vez despiertos sus apetitos electorales, primero declaró en febrero que 6 mil pesos de ingresos al mes abrían la felicidad a las familias mexicanas.
Más tarde nos dijo que el país ha dejado de ser un país de pobres para ingresar a uno de renta media, basado en datos del Banco Mundial, omitiendo los demás factores que brindan el concepto de calidad de vida y ahora, nuevamente, nos brinda una declaración que parece ingenua: el salario mínimo aumenta su poder adquisitivo.
Está visto que el secretario de Hacienda, bien pertrechado en los ingresos mensuales que ha recibido desde hace muchos años, se da el lujo de no visitar un mercado público y menos un centro comercial. Bien haría en realizar el ejercicio de tratar de vivir con una entrada como la que él señala es suficiente para vivir con dignidad, y mejor todavía, sería que con un par de salarios mínimos nos dijera cuánto más ha logrado comprar.
Como sea, en una instancia o en otra de las que desde febrero nos brinda, es claro que su mentalidad está anclada al dinero como factor sustantivo de sus prédicas. Todos los demás elementos que rodean la hechura del ser humano y de sus posibilidades reales, son puestos de lado; relegados en aras de la adoración del cordero de oro.
¿Así quiere ser candidato de Acción Nacional o es un becerro?
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