Anne Sinclair, la mujer de Dominique Strauss-Kahn


“En ningún momento he creído en las acusaciones que han hecho contra mi marido. No dudo de su inocencia, la cual será restablecida”, dijo Anne Sinclair desde el primer momento en que se enteró del escándalo de su marido, Dominique Strauss-Kahn.

Cinco días después de que estallara la noticia de la presunta violación cometida contra Nafissatou Diallo, leí no sin sorpresa, “la suspensión” del blog Sinclair: “Queridos lectores, queridas lectoras: comprenderán ustedes que las circunstancias me imponen la suspensión temporal de mi blog. Les digo simplemente, hasta pronto…”.

Hasta el momento, Anne Sinclair sigue negando, como el  primer día, las acusaciones que le ha hecho la ley norteamericana a su marido de haber agredido, con intento de violación, a la mucama del hotel Sofitel.

En la portada de la revista francesa Paris Match de hace  algunas semanas se publicó una fotografía de madame Strauss-Kahn devastada, sumida en un abrigo negro de lana a punto de dirigirse al tribunal. Lleva la cabeza baja y se diría que lleva mucha prisa, claro, en los momentos de la fotografía se dirigía al tribunal de Nueva York.

Hay que decir que la única vez que Strauss-Kahn sonrió durante todo su proceso, fue una vez que el juez neoyorquino Michael Obus concedió la libertad bajo fianza en arresto domiciliario. En ese instante, se volvió hacia su mujer, levantó la mano, la saludó y sonrió.

Pero, ¿quién es realmente esta mujer morena, de ojos bellísimos color violeta de 62 años? Anne Sinclair, periodista famosísima en Francia por su programa Sept sur sept, se casó con Strauss-Kahn en 1991. Ella tenía dos hijos de un matrimonio anterior y él cuatro de dos uniones. Sinclair siempre ha sido sumamente generosa y solidaria con Strauss-Kahn. Siempre apoyó sus aspiraciones políticas y siempre lo ha disculpado de todas sus infidelidades.

Tratándose de una mujer multimillonaria, heredera de uno de los comerciantes de arte más importantes del mundo, Paul Rosenberg, comprador de pinturas de Picasso, Matisse y Braque, fue ella quien pagó el millón de dólares de fianza de Strauss-Kahn; es ella la que pagó los abogados penalistas más prestigiados y caros de Nueva York, como son William Taylor y Benjamin Brafmanel; es ella la que pagó los guardaespaldas (200 mil euros al mes) de su marido; es ella la que enfrentó los gastos de los detectives privados neoyorquinos White Post Solutions, con el objeto de que “escarben” en la vida de la empleada del hotel, y es ella la que tuvo que agregar a la fianza cinco millones de dólares en bienes raíces, mismos que están a punto de ser devueltos, una vez que sea completamente absuelto Dominique Strauss-Kahn.

Si algo le reprochaban constantemente los sarkozistas, es decir, los detractores de StraussKahn, era su “extraño” comportamiento hacia las mujeres; para ellos, ese era su verdadero talón de Aquiles.

“Sé que todos estos rumores vienen del Eliseo. Estoy harto de los chismes repetidos, una y otra vez, acerca de mi vida privada”, afirmaba no hace mucho tiempo el líder socialista, conocido por toda la clase política francesa como el French Lover.

Respecto a la “reputación de seductor” de su marido, su esposa, quien ha hecho múltiples demostraciones de amor  y fidelidad, especialmente en las últimas semanas, incluso con la nueva demanda de supuesta violación de la escritora y periodista francesa Tristan Banon,  siempre contesta lo mismo en un tono festivo: “En el fondo, me enorgullece que así sea… Es importante sentirse seducida por un hombre político”.

Esperemos que con esta lección que ha recibido Strauss-Kahn por parte de la ley norteamericana, se le hayan quitado todas las ganas de seducir… salvo a su verdadera enamorada, Anne Sinclair, quien le ha dado muestras de una lealtad como solían demostrarlo las mujeres de la Edad Media.