Recientes estudios prueban que tendrían pensamientos internos


René Anaya

“El pequeño mono me mira…/ ¡Quisiera decirme/ algo que se le olvida!”, escribió José Juan Tablada hace más de 90 años, y sólo es hasta ahora que la investigación científica parece darle la razón al poeta mexicano, porque se han encontrado ciertas evidencias de que macacos, chimpancés y bonobos o chimpancés pigmeos comparten ciertas características con el ser humano, entre ellas la capacidad de tener pensamientos internos, es decir, de reflexionar.

Por su aspecto, al primate que más se menciona y calumnia es al gorila, que se le compara con los miembros de los cuerpos represivos de los gobiernos y con los dictadores que se adueñaron de América Latina en las décadas de 1960 y 1970, pero en realidad tanto los gorilas como otros primates tienen semejanzas con nosotros por otras características que se consideran inherentes al ser humano.

Rasgos culturales de los monos

Se conoce desde hace unos 50 años que ciertos grupos de chimpancés hacen uso de herramientas, como lo documentó la investigadora Jane Goodall en sus investigaciones sobre los chimpancés de Tanzania. Se conoce que algunos utilizan piedras como martillos para cascar nueces y otros buscan ramas delgadas para atrapar termitas.

Recientemente, la investigadora Kathelijne Koops y el profesor William McGrew, del Centro Leverhulme de Estudios sobre la Evolución Humana de la Universidad de Cambridge, Inglaterra, informaron que chimpancés del monte Nimba, Guinea, utilizan piedras para fragmentar los frutos de la planta treculia, que tienen el tamaño de un balón de futbol y pesan hasta ocho y medio kilogramos; es decir que “preparan” sus alimentos.

Asimismo, se ha encontrado comunicación gestual entre chimpancés. La doctora Catherine Hobaiter, de la Universidad de St. Andrews, Escocia, informó que esos primates de la reserva de Budongo, Uganda, emplean por lo menos 66 gestos para comunicarse. Por su parte, científicos del Instituto Max Plank de Antropología Evolutiva, de Leipzig, Alemania, han observado a bonobos o chimpancés pigmeos mover la cabeza de un lado a otro para evitar o prevenir la conducta de otro bonobo; sin embargo, han advertido que no están seguros de que realmente quieran “decir no” cuando sacuden la cabeza.

Lo que sí se conoce es que reaccionan ante la muerte de sus compañeros. Investigadores de la Universidad de Stirling, Escocia, observaron en un parque zoológico cómo un grupo de chimpancés velaron durante varios días a una hembra enferma y redujeron sus sonidos; cuando murió, su hija permaneció al lado de su cuerpo y los otros chimpancés evitaron acercarse a ese sitio. En otro estudio, de la Universidad de Oxford, Inglaterra, en los bosques Bossou de Guinea, se observó a dos hembras chimpancés que cargaban los cadáveres de sus crías, y usaban sus colas para espantar las moscas.

Ante estas observaciones y otras más, el psicólogo James Anderson, de la Universidad de Stirling, ha señalado que “la ciencia ha dado fuertes evidencias de que los límites entre nosotros y otras especies no están tan claramente definidas como muchos pensaban”.

Las reflexiones de los monos

Una investigación reciente parece darle la razón al psicólogo James Anderson, pues el doctor Masataka Watanabe, del Instituto Metropolitano de Ciencias Médicas de Tokio, Japón, informó que en un grupo de macacos encontró evidencias de actividad cerebral semejante a la que tienen los humanos cuando piensan sin desarrollar ninguna actividad.

Gracias a estudios realizados con tecnología médica moderna como tomografías por emisión de positrones y medición del flujo sanguíneo, se ha podido conocer mejor la actividad cerebral en el ser humano. Se ha observado que cuando está en reposo, sin realizar ninguna tarea específica, las áreas medial frontal, medial parietal y corteza cingulada posterior del cerebro se encuentran más activas; es entonces cuando se producen los pensamientos internos.

Esos pensamientos internos pueden consistir en recuerdos, emociones, reflexiones sobre ciertos conceptos, sobre el medio en que uno se encuentra o sobre nada en particular, como cuando se deja volar la mente. En cuanto la persona se ocupa de una tarea específica, desaparecen esos pensamientos internos.

En tres macacos estudiados por el doctor Watanabe se encontró que sus patrones de actividad cerebral eran similares a los de los seres humanos; es decir que “todos los monos mostraron altos niveles de actividad durante el descanso en las áreas medial prefrontal y medial parietal… Eso sugiere que puede haber procesos de pensamiento interno en los monos”, escribió el investigador en un artículo publicado en la revista Behavioural Brain Research.

El doctor Watanabe ha aventurado que si se consideran los pensamientos no lingüísticos, podría no haber diferencias en el contenido de los pensamientos internos de humanos y primates; también ha elucubrado que los monos pudieran estar pensando sobre lo que ocurrió recientemente, sobre lo que van a hacer a continuación o simplemente que sueñan despiertos.

Faltan más estudios para corroborar que los monos tienen pensamientos internos, por lo pronto se podría considerar que quieren decirnos algo que se les olvida, como sugirió Tablada.

 

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