Después del último cónclave blanquiazul, en el que estuvo presente como invitado de honor el presidente Felipe Calderón Hinojosa y en donde retumbaron las voces de algunos panistas que se dejaron escuchar sólo para ubicar la triste realidad en la que actualmente se encuentra su partido, sorprende que el estrepitoso revés electoral que sufrió el PAN a manos del PRI en el Estado de México aún no ha recalado verdaderamente en el ánimo panista y su dirigencia nacional siga desperdiciando valiosísimos instantes que en este momento deberían invertir en enderezar una nave que se les está hundiendo cual Titanic.

¿Qué arrojó de interesante la cumbre panista de hace un par de semanas? Lo primero: que siete pre-precandidatos eran muchos y que los partidos de oposición tienen dos claros precandidatos cada uno (el PRI, la mancuerna Peña-Beltrones y el PRD la dupla López Obrador-Ebrard) y que estos últimos, tanto priístas como perredistas, en el uno a uno aventajan claramente a cualquiera de los siete fantásticos del PAN.

Y esto es grave, ¿no creen?, porque como se dice coloquialmente con cualquiera pierden.

Poco a poco algunos ya empezaron a bajarse del camión tras analizar sesudamente sus posibilidades. El primero fue el secretario del Trabajo, Javier Lozano quien, según él, mandó a hacer su propia encuesta y cuando vio que, de plano, no la hacía, mejor reculó. Pero qué necesidad de mandar a hacer un sondeo donde, además de tener que pagar por él al final resulta que no sales favorecido. ¡Ay, qué risa, de verdad!

El siguiente en apearse fue el titular de la Secretaría de Desarrollo Social, Heriberto Félix Guerra —¿apoco era pre-precandidato?—, y así las cosas la terquedad sigue invadiendo a los otros cinco, en donde el único que tiene una aceptación más o menos razonable es Santiago Creel, a quien ya se le empieza a conocer en los corrillos como “el Cruz Azul de la política”, por aquello de que siempre termina en segundo lugar.

Y no muy lejos de él en esta parejera, se encuentran Josefina Vázquez Mota y un tridente (Alonso Lujambio, Ernesto Cordero y Emilio González) al que todos identifican como “el gol de campo”, porque sólo vale tres puntos.

Por eso, no me inquieta que el presidente Calderón no vea con malos ojos a un candidato ciudadano abanderando la causa del PAN para el 2012. Lo dicho, en el PAN no hay tela de dónde cortar y eso que hasta invitaron al Jefe Diego para que engordara la caballada.

Pero Diego les advirtió que el panismo no sólo no ganará el año próximo, sino que caerá hasta el tercer lugar de las preferencias electorales, al tiempo que puntualizó que las alianzas con el PRD son “antinatura”, porque de acuerdo a Fernández de Cevallos los principios blanquiazules son incompatibles con Marcelo Ebrard.

Ante semejante panorama, no quisiera estar en los zapatos del líder nacional panista, Gustavo Madero, quien seguramente no pega los ojos por las noches tan sólo de imaginar que las “tepocatas” (el PRI) están a punto de regresar a Los Pinos.

Me temo que los tiempos de gloria del PAN están a punto de terminar y de una manera muy triste, con los electores aplicándoles un castigo muy duro que Dios sabe cuántos años durará. ¿Serán otros sesenta?

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