Revisarán todas las centrales nucleares

 

Alexander Serikov

Fue el 10 de julio casi a las 10 horas cuando un fuerte terremoto sacudió Japón. Varios sismos de 7 grados de la escala Richter, según reportaron los servicios meteorológicos de Estados Unidos, y de 7.4 grados, según datos japoneses, fueron registrados cerca de las costas orientales del archipiélago en las proximidades de la mundialmente conocida central nuclear de Fukushima.

Esta no es la primera vez que la isla de Honsu donde se encuentra esta central, sufre los ataques destructivos de la naturaleza. Cabe recordar que un enorme sismo de 9 grados arrebató esta isla el 11 de marzo último trayendo gravísimas consecuencias ya que fue acompañado por un gigantesco tsunami con olas de casi 10 metros de alto. Esta vez también fue anunciada la alerta por el posible tsunami aunque, afortunadamente, el alto de las olas no alcanzó ni siquiera un metro. El día del sismo no fue dada ninguna información sobre los daños materiales ni los humanos. Se anunció sólo que los trabajos de reconstrucción en la central de Fukushima fueron interrumpidos y los trabajadores fueron evacuados.

El mismo día 10 de junio, antes del sismo, se anunció sobre la fuga de elementos químicos de la tubería que sirve para enfriar los reactores en la central accidentada de Fukushima. La información fue proporcionada por la agencia japonesa de Kyodo basada en los datos de la empresa operadora de la central TEPCO. Los ingenieros de la compañía detectaron  en el lugar de la filtración cerca de 50 litros de químicos que sirven para purificar el agua utilizada de los elementos radioactivos. Y aunque los químicos producidos por la empresa francesa Areva SA –según afirmó ella- no son tóxicos, la información causó preocupación agravada por otros datos de que en unas regiones de Japón habían sido localizadas las partículas radiactivas, entre ellas los isótopos de iodo y cesio contenidos en el agua potable y del mar así como en los productos alimenticios.

Pasados cuatro meses desde el día del terremoto más destructivo en la historia de Japón ocurrido el 11 de marzo, los japoneses no pueden olvidar lo trágico que fueron y siguen siendo las consecuencias de este enorme desastre cuyo balance fue de más de 10 mil personas muertas, más de 7 mil desaparecidas y cerca de 112 mil personas se vieron obligadas a vivir en los albergues provisionales ya que habían perdido sus viviendas. Estos datos fueron actualizados y publicados a finales del mes de junio. Cabe recordar que el gobierno japonés realizó la  evaluación de los daños económicos del desastre. Las pérdidas, según este documento publicado el 16 de junio pasado, alcanzaron 210 mil millones de dólares. El daño más cuantioso lo sufrieron las viviendas y construcciones industriales. No se tomaron en cuenta las pérdidas que ocasionó el sismo a la agricultura así como los gastos que se necesitarían para la reconstrucción de la central nuclear de Fukushima.

El archipiélago japonés se encuentra en una de las más activas zonas sísmicas del globo terráqueo y el terremoto registrado el domingo 10 de julio confirmó que la tragedia puede suceder otra vez allá cualquier día y en cualquier momento. Consciente de este peligro, el gobierno japonés  tomó la decisión de llevar a cabo inspecciones en todas las centrales nucleares existentes en el país. Esta información fue proporcionada por el ministro de Economía, comercio e industria Banry Kaieda. El titular del ministerio subrayó que tales inspecciones de ninguna manera afectarían el suministro de energía eléctrica a la población y las empresas.