México

Escuchando una mañana a Leonardo Curzio en la radio supe de la publicación del Informe sobre Desarrollo Humano México 2011, elaborado por la representación en México del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). El informe está titulado Equidad del gasto público: derechos sociales universales con subsidios focalizados.

A Curzio le llamaba poderosamente la atención que entre las acciones para precisamente focalizar subsidios y garantizar derechos sociales universales estuviese la reelección de legisladores locales. ¿Qué tiene que ver la reelección con el gasto social?

El PNUD atribuye a la imposibilidad de que los legisladores puedan reelegirse, como causa de la ineficiente fiscalización del gasto público.

En el capítulo relativo a la discrecionalidad y falta de transparencia en el uso de los recursos públicos, el informe señala que “los pesos y contrapesos que aparecen con un gobierno federal sin mayoría no necesariamente ocurren en las entidades federativas, lo que concentra poder en el Ejecutivo estatal que puede propiciar la discrecionalidad en el manejo del dinero público”. En breves páginas se sintetiza no sólo los beneficios que traería la reelección a la democracia y sistema político mexicano, también contiene una breve explicación del origen de la “no reelección” en México, y los argumentos de los opositores.

Recuerda el informe en el que en 1933 el presidente Calles promueve reformas constitucionales para eliminar la reelección que existía, permitida desde que el país era una República, desde 1824. Calles logró al prohibir la reelección concentrar el poder en el Presidente y en su partido el PRI, en aquel entonces PNR. Así los diputados le deben su cargo al Presidente, ahora a los partidos y no a los ciudadanos.

El ciudadano que ocupa el cargo por primera vez de diputado local tarda varios meses en ejercer eficientemente sus funciones, y para cuando las domina ya está dejando la responsabilidad. En los meses de aprendizaje en los cuales tiene que tomar decisiones, es muy común que las tome sin información o con poca profundidad, generando así políticas públicas equivocadas o en el mejor de los casos deficientes.

La reelección resulta así un dique a la profesionalización y especialización en la fiscalización que el Legislativo hace al Ejecutivo. Es una lucha, si se me permite la expresión, dispareja. Mientras la Secretaría de Finanzas de una entidad cuenta con decenas de funcionarios dedicados a elaborar presupuestos, los congresos se apoyan en asesores que contratan los diputados, en muchos casos mal pagados.

Por cierto, la normatividad de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal ordena la existencia de una Unidad de Estudios y Finanzas Públicas y para variar la mayoría del PRD no ha querido crearla. Concluye la PNUD reiterando que “ante este escenario, la reelección legislativa inmediata se propone como un importante instrumento para fortalecer la capacidad de diseñar y debatir los asuntos presupuestales, así como para promover el control del poder Ejecutivo. Además, la reelección legislativa otorgaría a los legisladores la oportunidad de establecer un vínculo de responsabilidad con los ciudadanos al establecer la posibilidad de que éstos premien o castiguen el desempeño de sus representantes”.