Luego del 3 de julio


Más allá del histórico resultado que obtuvo el priísmo mexiquense en los comicios del 3 de julio, con Eruviel Avila Villegas haciéndose de la gubernatura, tras registrar un apabullante 62.2% de la preferencia electoral, lo que verdaderamente llama la atención es el escandaloso desplome del panismo en el Estado de México, donde gracias a la desafortunada candidatura de Luis Felipe Bravo Mena, éste finalizó como la tercera fuerza electoral en la entidad.

Y es que, sin dejar de ser noticia, el aplastante triunfo del abanderado de la coalición Unidos Por Ti (PRI, PVEM, Panal) ya se esperaba, quizá no por tan amplio margen, pero ya estaba decretado gracias a la desatinada selección de candidatos que hicieron el panismo y el perredismo mexiquenses.

Sin embargo, al apreciar el 12.5% que obtuvo en las urnas Bravo Mena no me queda más remedio que destacar que, de cara a los comicios federales del año próximo, el panismo está al borde de la extinción, en estado de coma. Punto.

Porque, ¿quién le mandó a Gustavo Madero Muñoz y a Felipe Calderón Hinojosa, las cabezas más importantes del panismo a nivel nacional en este momento, tomar tan a la ligera la elección mexiquense, cuando este proceso fue, a todas luces el “laboratorio” de lo que viviremos el año próximo?

A final de cuentas, la soberbia, el desinterés y el poco olfato político desplegado por el PAN en territorio mexiquense será el preámbulo de la hecatombe que hará implosión el año próximo porque, una cosa ya está más que clara, la pugna por la Presidencia de la República en el 2012 será cosa de dos: ¡en esta esquina, el Partido Revolucionario Institucional, y en esta otra, el Partido de la Revolución Democrática! ¿Y el Partido Acción Nacional? Bien, gracias, comiendo palomitas y muéganos en la primera fila.

Y no hay que confundirnos, el panismo no se puso un balazo en el pie por la indiferencia que mostró para encarar el proceso electoral en el Estado de México. Lo que le ocurrió al blanquiazul fue prácticamente un suicidio político al no otorgarle la seriedad debida a la situación porque, de acuerdo a las encuestas que se manejaron en TVAzteca (Mendoza Blanco y Asociados), Televisa (Mitofsky) y al PREP, Bravo Mena apenas arañó los 12 puntos porcentuales, esto es la mitad de lo que hace seis años consiguió Rubén Mendoza Ayala (24.7%) cuando fue en alianza con Convergencia, para enfrentar a un Enrique Peña Nieto que se impuso con un 47.6% del sufragio mexiquense emitido.

Pase lo que pase en los meses venideros, me queda claro que ya no queda tiempo para que al interior del PAN se reagrupen en pos de recuperar el terreno perdido, porque a la elección en el Estado de México habrá que sumar la zarandeada que le acomodaron en Coahuila y en Nayarit, aunque en estas dos entidades, cuando menos, logró conservarse como la segunda fuerza política. Eso sí, donde quiera que estén don Manuel J. Clouthier y don Carlos Castillo Peraza, pilares indiscutibles del panismo, seguramente deben estar que chillan y trinan del coraje por los resbalones de sus predecesores.

 

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