Inflación y deuda alarman a la población

Alexander Serikov

La economía de Bielorrusia, ex república de la desaparecida Unión Soviética, vive momentos de suma dificultad. El alza de precios batió todos los récords, fue devaluada bruscamente la moneda nacional. El pánico empujó a la ciudadanía a lanzarse a acaparar víveres, artículos de primera necesidad y a comprar divisas extranjeras. Últimamente las autoridades de la república solicitaron millonarios préstamos extranjeros. Por ejemplo, la administración bielorrusa pidió al Fondo Monetario Internacional un crédito estabilizador de 8 mil millones de dólares.

Fue el viernes 24 de junio cuando Martín Raizer, director del Departamento de  Ucrania, Bielorrusia y Moldavia de este Fondo, dijo que el modelo bielorruso de la economía se había agotado. Tal declaración fue hecha después de la serie de negociaciones realizadas con el gobierno y el Banco Nacional del país. A pesar de los logros sociales alcanzados durante los últimos años, el modelo económico de Bielorrusia ya no funciona, dijo el economista. Un nuevo y seguro programa macroeconómico se necesitaría para el país para poder colaborar en el futuro con el Fondo Monetario Internacional y obtener créditos. Sucede que el volumen de créditos previsto por la actual estrategia económica ya ha sido superado. Al hablar sobre las condiciones en que sería concedido a Bielorrusia un nuevo crédito, Martín Raizer dijo que es necesario que el país tenga un seguro programa macroeconómico, es decir un nuevo programa con el Fondo Monetario Internacional.

Mientras tanto el presidente de Bielorrusia Alexander Lukashenko quien realiza una política económica nacionalista y populista, declaró que su país no abandonaría su modelo socio-económico. Hemos seguido nuestro camino y lo seguiremos, enfatizó. Sin embargo, aceptó que su país tiene grandes dificultades por razones objetivas. Y recordó que cuando todo el mundo sufrió las consecuencias de la crisis financiera y millones de personas fueron lanzadas a la calle, Bielorrusia vivió tranquila. Y fue porque hicimos mucho para frenar esta crisis, gastamos mucho dinero de nuestras reservas de oro, dijo y agregó que  ahora se escribe mucho sobre nuestro país, se escribe con  cierta malignidad, se destaca que el milagro bielorruso fracasó. Pero esto no es cierto, insistió, no hay ningún fracaso.

Pero las calles de las ciudades de Bielorrusia, llenas de gente protestando contra las políticas de Lukashenko, demuestran que, de veras, el milagro económico bielorruso sufrió un colapso. La última manifestación callejera cuando el miércoles 22 de junio salieron a las calles  cerca de 500 personas,  confirma esto. Salieron sin gritar consignas, sin llevar pancartas, salieron en absoluto silencio. Fue un nuevo método de protesta inventado por el grupo llamado Revolución a través de las redes sociales ya que esta acción silenciosa fue convocada por la red social Encontacto. El grupo mencionado ya cuenta con más de 200 mil personas afiliadas y cada miércoles participan en las manifestaciones de protesta cada vez más número de personas. A pesar del carácter puramente pacífico de las protestas, la milicia lleva a cabo detenciones de algunos manifestantes y ya comenzaron los procesos judiciales contra algunos de ellos.

Haciendo el análisis de la situación en Bielorrusia, los expertos rusos creen que las protestas continuarán. Por ejemplo, Eugeny Mínchenko, director del Instituto Internacional del Peritaje Político cree que el presidente Lukashenko no tendría otro remedio para acabar con las manifestaciones sino “apretar las tuercas” y que el proceso de protestas es irrevocable, crecería a lo largo y a lo ancho del país y las autoridades no tendrían manera pacífica de detenerlo. Los mismos activistas del grupo Revolución a través de las redes sociales creen que tarde o temprano Lukashenko abandonará el poder bajo el peso de estas protestas. Pero es necesario aclarar, con todo y eso, que las manifestaciones de protesta consideradas como ilegales por el poder actual, se llevan a cabo únicamente en las grandes zonas urbanas y que no se observan en el resto del país. De modo que no se puede hablar por el momento de las protestas de carácter nacional.