Carmen Galindo
Cuando me dicen que sé mucho de marxismo, invariablemente contesto: marxismo no sé, sé Sánchez Vázquez. Y en efecto, aprendí marxismo, primero con el movimiento estudiantil-popular del 68 y enseguida con Estética y marxismo y con Las ideas estéticas de Marx, su autor, el Dr. Adolfo Sánchez Vázquez, murió el 8 de julio a los 95 años, alcanzó a saber que el anexo de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM lleva su nombre. El Dr. Sánchez Vázquez era el más profundo investigador de la obra de Marx en nuestro país y así era considerado en otras latitudes. Revolucionó al establecer que las ideas estéticas del marxismo no estaban sólo en las opiniones de Marx y Engels sobre el arte, sino en la teoría general, en su concepción del hombre, de la historia, de la sociedad dividida en clases, en el concepto de la totalidad, y puso al alcance de la mano las aportaciones estéticas de Lenin, de Lúkacs, de Brecht y aun las de Stalin a la lingüística. En este número, dos de sus ayudantes de profesor, dos marxistas brillantes ellos mismos, Alberto Híjar Serrano y Gabriel Vargas Lozano, lo recuerdan y escriben sobre su obra.
Aurora Díez-Canedo nos entrega un texto sobre su padre Don Joaquín Díez-Canedo y su papel en el Fondo de Cultura Económica y luego en la legendaria editorial Joaquín Mortiz y su impulso a una época de oro de la literatura mexicana. Luis Terán. con la mente puesta en Proust, escribe sobre la exposición de García Ocejo en el Museo José Luis Cuevas. Un texto más recuerda a Ernest Hemingway en el 50 aniversario de su muerte.
Edgar Díaz Yáñez se vale de Borges para preguntarse sobre la paradoja de una ciudad de los libros en un México en donde escasean los lectores, creo que como Leñero habló en defensa de la dramaturgia, bien vale la pena comenzar, como en este texto, una defensa (aguerrida) de la lectura y en general de las humanidades. Como es sabido, a Carlos Montemayor lo marcó para siempre su cercanía con los guerrilleros del asalto al cuartel Madera, los hermanos Gámiz y el Dr. Pablo Gómez, entre otros, hecho que habría de inspirar su relato Las armas del alba, ahora, en Las mujeres del alba, que comenta en nuestro suplemento Salvador Castañeda, Carlos Montemayor da la voz a los familiares de los guerrilleros.