Piñera…

Frida Modak

En las últimas semanas Chile, ha sido escenario de una gran confrontación social que tiene al gobierno de Sebastián Piñera en una difícil situación porque ni él ni sus colaboradores entienden, o no quieren aceptar, la diferencia entre manejar una empresa y ser presidente de un país.

Como empresario, Piñera fue exitoso, logró acumular una fortuna que la revista Forbes estimó en 2 mil 400 millones de dólares. En su condición de empresario tomó decisiones que nadie discutió, él era el dueño, y lo que esto implica ha quedado claro en sus menos de dos años como presidente.

Los integrantes de su gabinete provienen también, en su mayoría, del mundo de los negocios aunque ahora, a raíz de las demandas estudiantiles, se haya incorporado a algunos políticos, ligados  al sector empresarial.

Lo más grave es que todavía no aceptan, aunque se supone que entienden, que por ese camino no se llega a ninguna parte. Los estudiantes han dado muestras contundentes de que es así y tienen el gran mérito de no haberse dejado provocar.

El gobierno, por su parte, después de las masivas movilizaciones de respaldo recibidas por los jóvenes, insiste en el ya rechazado proyecto Gran Acuerdo Nacional por la Educación, que más bien es un slogan publicitario que deja todo igual.
El ex presidente Eduardo Frei Ruiz Tagle señaló que el gobierno está creando una situación de ingobernabilidad y el arzobispo de Santiago Ricardo Ezzati mostró preocupación pero dijo que no mediará, porque no se lo han pedido y porque hay un “síntoma de malestar”, expresado en las acciones estudiantiles  y de la gente en general.

Jugando a los bandidos

Entre las movilizaciones realizadas se cuenta la del domingo pasado, de carácter familiar. El gobierno la ignoró, el diario El Mercurio quiso disminuirla informando que sólo habían participado 2 mil personas, su competencia, el matutino La Tercera, subió la cifra a 10 mil y la agencia italiana Ansa dijo que habían participado 50 mil.

El dato interesa porque indica una actitud infantil, como si eso implicara un triunfo para el gobierno, mientras la realidad mostró que en la marcha del martes recién pasado participaron sobre 150 mil personas en la capital y que en las regiones se agregaron más de 40 mil.

Por la noche de ese día, sonaron las cacerolas a través de todo el país y en el golpeteo participaron padres e hijos, de acuerdo a La Tercera. Pero hay otro punto importante, el de la violencia que se desata en estas manifestaciones, de la que oficialmente se busca
responsabilizar a los jóvenes.

Estos habían señalado en muchas ocasiones que la violencia surgía de grupos de encapuchados ajenos a su movimiento, a los que consideraban infiltrados por la policía. Esta vez se comprobó, aunque el gobierno intenta minimizarlo.

Los estudiantes detectaron a un encapuchado, el que huyó buscando la protección de los carabineros, policía uniformada, que vigilan los accesos a la sede del parlamento que se encuentra en la ciudad de Valparaíso.

Al gobierno no le quedó más remedio que admitir que manda infiltrados, sólo que ahora le cambiaron el nombre al asunto, según el subsecretario del Interior (gobernación) el carabinero se “mimetizó” para cumplir sus funciones que consisten en espiar y sugerir la detención de personas.

Estas infiltraciones no son nuevas, son una “técnica” que se expresa de varias maneras. Estos individuos también son  agitadores que inducen a los manifestantes a actuar con violencia, como se denunció en Honduras, y aplican métodos aprendidos en otros lugares.

Por otra parte, aunque la Corte de Apelaciones acogió el amparo preventivo de los padres de la líder estudiantil Camila Vallejo, el ministro de Cultura no había tomado medidas respecto a la secretaria ejecutiva del Consejo del Libro, que en Twitter sugirió el asesinato de la joven reproduciendo los dichos de Pinochet en relación a
Allende: “matando la perra se acaba la leva”, Piñera, al parecer, no acepta la realidad y ha declarado en estos días que “es nuestra obligación garantizarle a los chilenos el orden
público”, en consonancia con lo que dijo al asumir el cargo y anunciar el “endurecimiento de las penas” contra agresores de carabineros.

El presidente peor evaluado

Estas incongruencias y jugarretas fallidas le han significado a Sebastián Piñera una nueva caída en las encuestas. Hace unas semanas tenía el 30 por ciento de respaldo, ahora sólo tiene el 26 por ciento según la encuesta del Centro de Estudios Públicos el  rechazo subió al 53 por ciento.

De acuerdo con esto, se convierte en el mandatario peor evaluado en la historia de esta encuestadora, considerada la más importante de la nación sudamericana. Al cierre de estas líneas, se esperaba la realización de un consejo de gabinete para la tarde del jueves.

Si se juzga por los anuncios previos, no habría la menor  intención de modificar la posición gubernamental. Por el contrario, los indicios señalan que se intentará buscar un acuerdo de carácter político que ignore las demandas de los estudiantes y de los padres que los están apoyando.

Si ese es el propósito, se estaría ignorando lo expresado a través de todo el país, lo dicho por el arzobispo de Santiago y lo que se está planteando en la convocatoria a un paro nacional hecha por la Central Unica de Trabajadores, para los días 24 y 25 de este mes.

A ella se han sumado los empleados fiscales a través de su organización gremial e incluso el Colegio de Periodistas de Chile y el Círculo de Periodistas de Santiago, que tienen muchas razones para protestar, debido a la concentración de medios en un par de empresas.

Los miedos del oficialismo

El  gobierno de Piñera está apoyado por dos partidos. Uno de ellos es Renovación Nacional, que reunió los restos del Partido Nacional, en el que se habían agrupado los partidos Liberal y Conservador cuando el electorado los redujo a una mínima expresión  a fines de los años 60 del siglo pasado.

El otro partido, la Unión Demócrata Independiente fue creado expresamente para apoyar y darle “contenido ideológico” al régimen de Pinochet. Las dos colectividades forman la Alianza para el cambio. Piñera pertenece a Renovación Nacional.

El presidente de ese partido, el senador Carlos Larraín, dijo ante la movilización estudiantil: “No nos va a doblar la mano una manga de inútiles subversivos, que están instalados muchos de ellos desgraciadamente en un parlamento que no supimos ganar”.
Pero no es todo. Ante la demanda estudiantil de un plebiscito para modificar el sistema educacional Larraín dijo: “Yo le tengo terror a un plebiscito, no sólo miedo”, y agregó que ese mecanismo “en el actual ambiente es peligrosísimo, una cosa disolvente, claramente subversiva”.

Por su parte, el ministro de hacienda dijo en una entrevista que el gobierno escucha a la gente pero “mantendrá la responsabilidad fiscal y rechazará el populismo”, que por lo visto les quita el sueño aunque no saben lo que en realidad significa. De todas maneras, advirtió “que nadie saque cuentas alegres de la encuesta del CEP”.