Sin la menor duda, la ciudad de México representa el principal centro de poder de la república, con un enorme peso en el desarrollo de las relaciones políticas y económicas; durante décadas, el PRI la mantuvo como una trinchera y una reserva de los votos, su estrategia fue mantener en el gobierno de la ciudad a figuras de alto perfil político y de gran capacidad administrativa, es el caso de Ernesto P. Uruchurtu, quien condujo la ciudad con mano firme y realizó importantes obras de infraestructura como el drenaje profundo, embelleciendo nuestra metrópoli de manera singular.
Alfonso Corona del Rosal, ex gobernador de Hidalgo y político de altos vuelos, le dio al Distrito Federal el Metro, obra fundamental; Carlos Hank González, legendario político mexicano que construyó los ejes viales; por eso, y porque el PRI estuvo manejado por políticos de primera línea como Rodolfo González Guevara, la ciudad permaneció como un bastión priísta.
Pero esto concluyó cuando los propios regentes de la ciudad fueron destrozados políticamente como Francisco Aguirre y Oscar Espinosa Villarreal, y también, cuando se salieron de la estructura priísta, como Manuel Camacho Solís, Andrés Manuel López Obrador, el propio Cuauhtémoc Cárdenas, y finalmente, el actual jefe de gobierno, Marcelo Ebrard.
Las condiciones de la organización política cambiaron, el PRI del Distrito Federal se autodestruyó en luchas internas sin ningún sentido, y con las candidaturas testimoniales y perdedoras de Alfredo del Mazo y Jesús Silva Herzog; también fue derrotada Beatriz Paredes Rangel, pero ella, con la habilidad política que la caracteriza, permaneció en el escenario político y logró posicionarse como presidenta del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, y actualmente como diputada federal; Beatriz no abandonó la plaza.
Por eso, hoy los laureles vuelven a reverdecer y la sitúan como el candidato más idóneo para que el PRI recupere la ciudad, y pueda —con toda la fuerza del próximo Congreso y del presidente Enrique Peña Nieto— darle un nuevo diseño constitucional al Distrito Federal, dotándolo de soberanía y de Constitución propias, objetivo fundamental que sólo se puede lograr con una amplia mayoría en el Congreso, pues se requiere mayoría calificada para la reforma constitucional correspondiente.
Sin embargo, no se siente en el PRI que se tome este tema con la trascendencia e importancia que se tiene, e inclusive, se llegó recientemente al absurdo de convocar a una elección en la que los electores, es decir, los consejeros políticos del PRI en el Distrito Federal, hacía tiempo habían concluido su mandato, y en consecuencia, carecían de legitimidad para realizar este proceso electoral.
El PRI ya no puede darse el lujo de seguir cometiendo este tipo de errores, pues se requiere una plantación política y una unidad sólida, para tratar de recuperar la ciudad, y sólo con una figura paradigmática y una nueva organización podrá realizarlo.
Si el PRI y Peña Nieto quieren consolidar el fututo brillante que se prevé, deberán dedicarle mayor esfuerzo e inteligencia para retomar el poder en la ciudad de México.
Existen otras figuras prominentes en la política, como el propio rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, José Narro Robles, que podrían encabezar la propuesta priísta, en caso de que no se diera la candidatura de Beatriz Paredes.
Pero en general, el panorama se ve triste y pobre, pues tenemos más de veinte años en que hemos abandonado la acción política en nuestra gran metrópoli.