Hacia la nueva década (2011-2020)

 

Las compras de crudo a Arabia Saudita, su mayor abastecedor energético, aumentaron en más de un millón de barriles diarios, el año pasado. A un ritmo como éste, su sed de hidrocarburos deberá satisfacerse con otros proyectos en regiones como Africa, América Latina, y el Cáucaso

 

Gerardo Yong

China se comprometió el pasado 8 de junio a lanzar una nueva estrategia que permita consolidar su desarrollo con miras a la nueva década. El gobierno chino le apostó a esta decisión durante la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), pocos días antes de asumir la presidencia rotativa del mecanismo el cual detentará hasta mayo del 2012.

Esta no era la primera ocasión que vislumbraba un cambio en su percepción mundial. En 2008, Beijing dio a conocer sus directrices sobre la nueva política que espera seguir en regiones estratégicas, principalmente en América Latina y el Caribe. En ella se establecía que China deberá aumentar la cooperación en materia de inversión manufacturera, agrícola, energética, minera, de infraestructura, así como de otros servicios que requiere para una potencia que alimenta sus ansias de expansión.

La superpotencia del 2020

No es para nada casual que el régimen chino haya comenzado a aterrizar planes de cooperación con otras regiones del planeta. Se trata del país que, según el Fondo Monetario Internacional, superará el Producto Interno Bruto de Estados Unidos en el 2016 y de seguir con su política de crecimiento, se consolidaría como la mayor potencia económica en el 2020.

Por su extensión geográfica, China es el cuarto país más grande del mundo. Tiene una población de mil 325 millones de habitantes, que significa el mercado de consumo más apetecible para el mercado global.

Sediento de petróleo

Hace tan sólo diez años, Beijing consumía la mitad de energía que Estados Unidos, sus insumos energéticos superaron ya los de Washington en 2009. Este gran consumo de petróleo, carbón y otros energéticos determinarán la economía global en los próximos diez años, con base en satisfacer al mercado de consumidores más grande del mundo y a una gigantesca clase media que ahora es 157 millones de personas y que para el 2020 crecerá a 500 millones. Todo esto, mediante un proceso que se está elevando por encima de naciones que se convertirán en abastecedores pasivos de las exigencias chinas. Esto también significa que el exacerbado consumo de crudo, aunado al de Estados Unidos, prácticamente determinará que el cambio climático se afiance o no como la mayor amenaza al incrementar la cantidad de emisiones contaminantes procedentes de la potencia sedienta de oro negro.

Una expansión amigable

Tan sólo sus compras de crudo a Arabia Saudita aumentaron en más de un millón de barriles diarios el año pasado. A un ritmo como éste, su sed de hidrocarburos deberá satisfacerse con otros proyectos en regiones como Africa, América Latina, y el Cáucaso. En esta última región, su papel preponderante en la OCS, establecida en Shanghai en 2001, y a la que se adhirieron Rusia, Kazajstán, Kirguistán, Tadjikistán y Uzbekistán, le ha permitido contar con un mercado seguro de crudo proveniente de países cuya simpatía a Beijing crece cada día más.  El gobierno kazajo le permitió construir un oleoducto de 386 kilómetros a través de su territorio, tras la firma de un rico convenio bilateral.

Este organismo, que surgió con la intención de constituirse en un bloque de seguridad regional, ha comenzado a expandirse a otros miembros. En el 2004, Mongolia se unió como observador, al año siguiente Pakistán, India e Irán; en este último país, China mantiene fuertes inversiones petroleras.

Convenios que avanzan

Mientras Occidente se empeña en tener problemas con Irán, China ha sabido aprovechar estas debilidades para obtener los recursos necesarios. Teherán exporta 340 mil barriles de petróleo diarios a Beijing, un hecho que lo ubica como su tercer proveedor, después de Angola y Arabia Saudita. Además, los convenios de cooperación en infraestructura petrolera iraní han funcionado en dirección adecuada a los intereses chinos, prueba de ello, es el acuerdo que la CNPC, el principal grupo de energía de China, estableció para desarrollar la fase 11 del proyecto South Pars de Irán y expandir sus operaciones en ese país. En diciembre pasado, Sinopec Group de China, también logró un convenio por 2 mil millones de dólares para desarrollar el campo de petróleo Yadavaran.