Parecen increíbles la cantidad de desaciertos en que ha incurrido un gran número de jueces en instancias penales. Basta mencionar el caso Hank Rhon, el de la Reina del Pacífico, el de Greg Sánchez y otros muchos más para darse cuenta de que algo muy serio está ocurriendo en la impartición de justicia.

Ya el presidente Felipe Calderón señaló en su momento que algunos jueces eran corruptos, sin embargo, jamás mencionó nombres y casi de inmediato la Judicatura Federal salió a defender la honorabilidad de éstos.

Pero, ¿cuáles son los factores que están realmente provocando todo esto? Porque en realidad no sólo se trata de los tres casos que nombré, sino que a estas alturas ya son miles los casos de personajes “no célebres” y de los cuales nuestra desinformada sociedad ni siquiera sabe sobre su existencia.

Es innegable que por el aparato judicial mexicano circulan millones de dólares para sacar de los procesos a muchos criminales y el pretexto es casi siempre que el expediente no estuvo bien integrado porque no hubo “pruebas suficientes”, denotando así una clara complicidad entre ministerio público y jueces.

Sin embargo, hay algo mucho más importante que los dólares que reciben los encargados de los procesos: las amenazas. Muchas de éstas sí son cumplidas a cabalidad por parte de los criminales y esto desde luego tiene un peso específico mucho mayor que cualquier puñado de billetes porque de por medio va la vida y el asunto es real.

Así que ante esto es cada vez más frecuente que los jueces “se echen pa’atrás”, incluso declarándose incompetentes en algunos casos para evitar la muerte de jefes de policía, ministerios públicos, jueces e investigadores. Este es el verdadero peso que impera en la no impartición de justicia en México, porque los criminales ya se han apoderado de ésta y de nuestro país.

Con semejante panorama, ya para qué pregunto el porqué todas las policías mexicanas están embozadas y esto es una clara señal del miedo que impera en las fuerzas públicas. Si te reconocen te matan y si no pues matan a tus familiares o amigos, tan sólo recordemos el caso de la familia de un marino en Veracruz tras de la muerte de Amado Carrillo Fuentes, en donde a una “mente brillante” se le ocurrió condecorarlo públicamente para convertirlo en héroe y reveló su identidad con las consabidas y funestas consecuencias.

Y en los penales sucede lo mismo, porque dentro de éstos existe la más grande maquinaria de delincuencia en el país y no hay forma de detenerla. En las cárceles mandan los capos y nadie más, es por eso que no suenan ridículas las fugas masivas o los ajusticiamientos dentro de éstos hasta con armas largas. Así que hoy día la moneda de más valor es la amenaza y bajo este precepto entiendo a los jueces, magistrados, policías y hasta el ejército. ¿Será ésta una guerra que los ciudadanos ya perdimos?
¿Cómo romper este terrible esquema? La verdad no vemos por dónde. Con o sin reforma de la Ley de Seguridad Nacional el problema seguirá, los ministerios públicos y los jueces seguirán sacándole la vuelta a estos procesos y, repito, ¡los entiendo!

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