El controvertido político Manuel Espino Barrientos fue expulsado en definitiva, el viernes, de su partido, el PAN.
Nació en Durango, Durango, el 29 de noviembre de 1959.
Ha destacado como presidente Estatal de Sonora, consejero Nacional de Sonora y como Presidente Nacional del PAN.
En 2007 fue electo Presidente de la Organización Demócrata Cristiana de América, conformada por los partidos políticos de corte humanista del continente. Este cargo es el que desempeña el día de hoy.
Realizó estudios de Licenciatura en Administración de Empresas en la Universidad del Noroeste; Diplomado en Criminología en la Universidad La Salle en la Ciudad de México y un Diplomado en Teoría y Praxis del Federalismo Contemporáneo.
En el Partido
Ingresó al Partido Acción Nacional (PAN) en 1978 y del 2002 a 2005 fue Secretario General y a partir de ese año Presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PAN hasta 2007.
Consejero Nacional de 1986 a la fecha; consejero Estatal y miembro del Comité Directivo Estatal en Sonora de 1999 a 2002; presidente Estatal en Sonora de 1996 a 1999 y miembro de la Secretaría de Relaciones Nacionales del Comité Ejecutivo Nacional, con la cartera de ‘Relaciones con las Fuerzas Armadas’ de 1995 a 1996.
Se desempeñó como Coordinador de la campaña federal en Ciudad Juárez, Chihuahua, en 1994; consejero Estatal y miembro del Comité Directivo Estatal de Chihuahua de 1990 a 1993; secretario General del Comité Directivo Estatal de Chihuahua de 1990 a 1992 y candidato a Diputado Federal en 1991.
Fue presidente Interino del Comité Directivo Municipal de Ciudad Juárez, Chihuahua, en 1990; secretario General del Comité Directivo Municipal de Ciudad Juárez, Chihuahua, de 1989 a 1990; secretario de Resistencia Civil del Comité Directivo Municipal de Ciudad Juárez, Chihuahua, de 1987 a 1989 y representante de Casilla y de organismos electorales de 1979 a 1986.
En el Gobierno
Se desempeñó como coordinador de Giras de la Presidencia de la República en el 2001; contralor Municipal de la administración municipal de Hermosillo, Sonora, en 1999; de 1993-1994 fue secretario Particular del Secretario de Educación para el Subsistema Federal en el Gobierno del Estado de Chihuahua.
De 1992 a 1993 se desempeñó como jefe de la Oficina Desconcentrada de Gobernación del Gobierno del Estado de Chihuahua; de 1987 a 1988 director de Sistemas y Procedimientos en la Dirección General de Seguridad Pública del Gobierno Municipal de Ciudad de Juárez, Chihuahua.; de 1986 a 1987 jefe del Departamento de Archivo y Estadística en la Dirección General de Seguridad Pública del Gobierno Municipal de Ciudad Juárez, Chihuahua., y de 1983 a 1986 jefe del Departamento del Control de Unidades en la Dirección General de Seguridad Pública en el Gobierno Municipal de Ciudad Juárez. Chihuahua.
De 1994 – 1997 diputado Federal a la LVI Legislatura, primer Secretario de la Comisión de la Defensa Nacional y coordinador de Seguridad del Grupo Parlamentario de Acción Nacional.
En el 2001 fue diputado federal a la LVIII Legislatura, presidente de la Comisión Especial de Seguridad Pública e integrante de la Comisión de Energía.
En otras actividades
Editorialista y comentarista en diversos medios de comunicación; miembro de la Asociación de Scouts de México, con diversos cargos de dirección local, regional y nacional; miembro fundador y Vicepresidente de la Fundación para la Difusión Cultural del Medio Milenio en América; miembro del Desarrollo Humano Integral y Acción Ciudadana, Delegación Ciudad Juárez, Chihuahua; miembro Fundador del Centro de Estudios Hispanoamericanos en El Paso, Texas; fundador y dirigente de diversas organizaciones deportivas, estudiantiles, cívicas y de servicio.
Ganador de diversos premios, locales, regionales y nacionales en diversas disciplinas de arte y cultura. (oratoria, poesía y dibujo artístico).
Supervisor de Producción de la Empresa Honeywell , Optoelectronics de Ciudad Juárez, Chihuahua; Administrador Interventor de Zapaterías Bernini de Juárez; Administrador de la Empresa Servicios Profesionales de Contabilidad y Administración en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Expositor de temas diversos en cursos del PAN y otros foros; miembro del Equipo Nacional de Adiestramiento de la Asociación de Scouts de México, A.C.; instructor de Capacitación de la empresa Asesorías, Capacitación y Adiestramiento en Ciudad Juárez, Chihuahua y Durango, Durango.; profesor de Educación Secundaria y Media Superior en diversas instituciones educativas de Durango y Ciudad Juárez.
Dos días antes de su expulsión del PAN, el también colaborador de Siempre!, escribió en su página oficial en la Internet un artículo en el que narra por qué y cómo se convirtió en crítico del presidente Felipe Calderón.
Mi expulsión, victoria pírrica de Calderón
Por Manuel Espino
Porque conozco muy bien al Partido Acción Nacional —su doctrina y pensamiento político, sus tesis de política práctica, su historia y trayectoria democrática— en congruencia con mis convicciones he reclamado acciones de dirigentes y servidores públicos que atentan contra la identidad y congruencia institucional que le imprimieron nuestros fundadores, y que se hizo mística con el devenir de los años de lucha en favor de México.
Durante más de treinta años de militancia permanente y leal, de trabajo y de resultados, he defendido a mi partido, me he jugado la vida por él, he sacrificado aspiraciones familiares y he renunciado a legítimas oportunidades particulares para ponerme al servicio de una causa que es anterior a mis intereses personales. Mi participación siempre ha sido sin condiciones y sin límites en mi entrega de esfuerzo. Con la autoridad moral de un militante leal que ama a su partido por lo que representan sus ideas, su historia y sus testimonio, para cuidarlo he exigido congruencia y resultados a quienes forman parte de sus órganos internos y a quienes ocupando cargos legislativos y de gobierno han incurrido en prácticas que le han hecho perder confianza de los mexicanos.
Incómodo por esa actitud exigente y ya lejos de lo que sabe es el PAN, Felipe Calderón instruyó en 2009 desde Los Pinos mi expulsión del partido. Fue hasta mayo del 2010 que por conducto de Jorge Manzanera Quintana el CEN del PAN recibió la propuesta, como consta en actas, de “revisar” mis declaraciones expresadas en las diversas presentaciones de mis libros “en virtud —dijo en falso el personero del gobierno— que hay señalamientos en contra del Presidente de la República y de diversas instancias y actores del partido”.
Desde el inicio de esta persecución quedó claro que los calderonistas promovieron mi expulsión del partido por mis declaraciones, realizadas en el ejercicio de mi libertad de expresión.
Aunque no siempre las notas periodísticas usadas como “pruebas” en mi contra reflejaban mi dicho, sí reflejan mi opinión siempre favorable al partido y a su trayectoria democrática, a sus militantes y a su derecho de participar en las decisiones partidistas, a sus principios y a sus tesis históricas que explican el comportamiento ético que le mereció el creciente apoyo de los mexicanos a lo largo de su participación en la vida pública nacional.
También proyectan mi exigencia de congruencia a dirigentes del PAN, quienes enturbiaron los transparentes conceptos de nuestra doctrina, colocando al partido en caminos que conducen a la satisfacción de ambiciones desmedidas de poder.
Sin contravenir mi convicción pro aliancista con responsabilidad social, opiné de lo que en el seno del Comité Nacional me habían impedido debatir: la forma en que se pastoreó al partido para llevarlo a designar ex priístas como candidatos a gobernadores en Oaxaca, Veracruz, Sinaloa y Durango, así como la forma en que se acordaron alianzas pragmáticas con el PRD y Convergencia sin consultar a los panistas y sin justificarlas en un proyecto social que trascendiera el ganar y repartir espacios de poder.
En Durango afirmé, porque lo sé de cierto, que el priísta de cepa que fue designado candidato a gobernador en realidad fue palomeado en Los Pinos y esa decisión fue impuesta a los panistas, envuelta en acuerdos de los órganos estatales, atendiendo la “línea” que no puede ignorarse sin correr el riesgo de truncar trayectorias y legítimas aspiraciones políticas personales. Consideré un error de Calderón la candidatura de un personaje que siempre fue rudo contra el PAN y dije que una derrota de José Rosas Aispuro Torres, de quien ahora se saben sus coqueteos políticos con Marcelo Ebrard rumbo al 2012, podría arrastrar a candidatos que sí representaban al PAN.
Lo que más enardeció a los ejecutores de la imposición en mi estado natal fue que dijera a los panistas que se sintieran libres de votar en conciencia porque no había manera de obligarlos a ir contra su ética. Les recordé, como siempre se dijo en el PAN, que era deber institucional votar por los candidatos panistas surgidos de una competencia democrática, que ello obligaba incluso a los ausentes y disidentes. Que desde ese talante democrático y congruente, por décadas le reclamamos al régimen priísta la imposición de candidatos designados desde el gobierno, así fuesen validados por la dirigencia partidaria subordinada al poder público.
“Esta vez —dije— cada panista debe decidir en conciencia si vota o no por el candidato que postula el PAN y dar así dimensión ética a su libertad y responsabilidad de ciudadano”. Puntualicé en un desplegado publicado en prensa que “no he llamado a sufragar por otro partido ni anular el voto” y fui enfático al decir “si alguien decide —en concordancia con sus imperativos éticos— sufragar por la coalición, está en pleno derecho; pero el panista que tome otra decisión lo puede hacer con su conciencia limpia y tranquila”.
Por esta y otras posiciones semejantes, no por acciones vergonzantes como las que han desprestigiado a otros “panistas”, llegó al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación el caso de mi expulsión que, de confirmarse, no solo será una expresión de injusticia en mi contra sino contra la libertad de expresión en México.
En todo caso, la ratificación de mi expulsión sería otra victoria pírrica de Felipe Calderón en el ámbito interno del partido. De ese fallo depende que mi nombre permanezca en el padrón de miembros activos del PAN, pero no más. Mis convicciones, con o sin credencial partidista, siempre serán las del humanismo político de Acción Nacional.
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