La fortuna de la guerra es siempre dudosa.
Séneca Anneo
Algunos amigos, bien informados y con admirable capacidad de análisis, han rechazado hasta ahora la hipótesis de que el proceso electoral de 2012, el cual empieza legalmente el próximo 7 de octubre, podría ser el más ferozmente enconado en los pasados 25 años.
Quien esto escribe piensa que ya la iracundia del debate entre el gobierno calderonista y su partido con el PRI, por el tema de las deudas de las entidades de la federación, ha empezado a acumular negros nubarrones de encono y rencor en el horizonte político nacional.
La narrativa de la irresponsabilidad que refleja la contratación de deudas por los gobiernos estatales cimienta así el rencoroso discurso de los candidatos panistas para las elecciones de 2012 y muestra la decisión del gobierno calderonista y del sector de su partido que lo controla por utilizar todos los instrumentos a su disposición para socavar a sus adversarios. Es la prueba de cuánta razón tenía Jorge Díaz Serrano cuando calificó a la política como “desalmada”.
La ofensiva contra el dirigente nacional del PRI, Humberto Moreira, quizá tenga fundamentos en algunas cifras y hechos reales, pero la responsabilidad tendrán que decidirla los tribunales. Mientras, es tal la ferocidad del debate que ocurre lo que en todas las guerras: la niebla de las medias verdades y las mentiras oculta irremediablemente la realidad.
Así, una población, cuya mayoría más que desinteresada por las deudas estatales, habrá que mostrarle un mejor futuro, porque el problema del saldo de once años de gobiernos panistas no son la inseguridad, ni el desempleo crónico o las limitaciones de tantos y costosos problemas de gobierno.
Para amplios sectores de la población, el problema es que por las razones que sean a once años de la alternancia del poder no ven a corto plazo un mejor futuro.
Esa circunstancia obligará a partidos y candidatos a ofrecer caminos para mejorar la calidad de vida de los mexicanos, aunque sea poco a poco, con tal que sea permanente dicha mejoría, si no quieren que los enconos postelectorales impidan, otra vez, los acuerdos para esa mejor calidad de vida.
Como sea, hay que aprestar los paraguas, porque va a llover sobre una nación agobiada por problemas de inseguridad y amenazada por una eventual crisis.
Aquellos que no lo entiendan así, aquellos que insistan en voltear hacia el pasado, el remoto, el reciente y el inmediato, bien podrían correr la suerte de la mujer de Lot: se convirtió en estatua de sal.
jfonseca@cafepolitico.com