Por Félix Fuentes

Los opositores al PRI están en conflicto. En el PAN, el presidente Felipe Calderón lanza a Ernesto Cordero contra el preferido en las encuestas, Josefina Vázquez Mota, y en la izquierda, Marcelo Ebrard cesó a Martí Batres, quien era secretario de Desarrollo Social en el

Gobierno del Disrito Federal, ante la  indiferencia de Andrés Manuel López Obrador.

Divide al panismo la disputa por la nominación de su candidato a la Presidencia de la república. La diputada Vázquez Mota pidió licencia en San Lázaro para actuar “de frente” ante Cordero, quien renunció como titular de Hacienda para meterse de lleno en la contienda, impulsado por el presidente Felipe Calderón.

El problema entre los blanquiazules radica en que Vázquez Mota figura en las encuestas con más del 45% de las preferencias y Cordero rebasa apenas el 10%.

Por supuesto, la designación del candidato panista será mediante votos de delegados y a puertas cerradas. Se supone que desde Los Pinos serán “arreglados” los votantes albiazules para pronunciarse por el “Cordero de Dios”, como ya lo llaman en su partido.

De llevarse a cabo ese manejo, calificado desde hoy como “patraña presidencial”, el descontento crecerá en las filas del PAN, si la mayoría prefiere a Vázquez Mota. Incluso crecerán las críticas contra Felipe Calderón.

El PRI resultaría beneficiado con la nominación de Cordero porque un amplio sector de  panistas le daría la espalda. Piensan los del partido tricolor que la ex coordinadora de la Cámara de Diputados ofrecería más batalla.

Por el estilo navegan los presuntos de izquierda. A muchos de ellos causa sorpresa que las encuestas sitúen a Marcelo Ebrard, por lo menos con 10 puntos porcentuales, arriba del Peje López Obrador y éste no haga gran cosa para revertir la tendencia.

Debido a ello creen numerosos observadores que el tabasqueño ve perdido su futuro si vuelve a competir por la Presidencia de la República y deja ir a Ebrard, a cambio de ser apoyado para el Gobierno del Distrito Federal ¡otra vez! Esto no sería fácil para el tabasqueño porque los capitalinos no han olvidado el plantón en Paseo de la Reforma ni otras pejelagartadas.

Ebrard, por su parte, hizo gala de su autoridad al dar de baja a Martí Batres “porque puso en duda su calidad moral como jefe de Gobierno”. Se creyó que López Obrador reaccionaría en su acostumbrado tono violento, a favor de su amigo, pero no fue así. Reconoció la autoridad de Ebrard para proceder como lo hizo.

Trascendió que Batres cuestionó al jefe de Gobierno capitalino por haber saludado de mano al presidente Calderón, pero si sucedió ese reclamo, López Obrador lo llamó intrascendente. Ahora resulta que al Peje no  importan los tratos amables de sus amigos, como Ebrard, con el presidente espurio.

Martí Batres atribuyó su cese fulminante al hecho de que en días recientes se destapó para contender por la Jefatura de Gobierno citadino y, según dijo, hay motivos políticos tras la decisión de Ebrard, en el cual no hay equidad.

Exista o no la equidad en el próximo proceso del Distrito Federal, los reales perredistas creen que hay compromisos pactados entre Ebrard y López Obrador y por ello quedó Batres en el abandono total.

Engallado, Ebrard reunió a sus colaboradores e hizo saber que algunos de ellos trabajaban para otras causas —como la de López Obrador— y están en su derecho de hacerlo, lo cual no le molesta. También afirmó que están abiertas las puertas para quienes quieran irse. Todos guardaron silencio. O sea que…