Es temprano para los vaticinios
Por Teodoro Barajas Rodríguez
Pasó el ritual abreviado del V Informe de Gobierno del presidente Felipe Calderón, un auditorio afín, complaciente para atestiguar el hecho de un discurso carente de autocrítica, soberbio para ratificar lo que se hizo y hará.
La impunidad y la corrupción son rostros de nuestra realidad, son el origen del cáncer que hizo metástasis por todos los rincones de México. Historias urbanas que se vuelven crónicas cotidianas del horror, listas de muertos que aportan a las estadísticas.
Octavio Paz dijo alguna vez que el reino del progreso no es de este mundo, creo que razón le asistía, nuestro país lo evidencia.
Tenemos un país que no acaba de morir y uno que no termina de nacer, una transición detenida que amenaza por colapsarse; el presidente Felipe Calderón no ofrece disculpas, su realidad difiere de la mayoría puesto que él sí está blindado ante contingencias.
En tanto, la sociedad civil ocupa los vacíos que ha dejado una administración incompetente que busca culpas y orígenes del problema allende nuestras fronteras, esto es algo como el descubrimiento del hilo negro o el agua tibia.
Nuestro país está inmerso en símbolos, liturgias obsoletas, rituales convertidos en leyes que suelen dibujar las curvas de un colonialismo que no acaba porque se reedita constantemente.
En el antiguo régimen el día del Informe de gobierno realmente lo fue del presidente en turno, que leía kilométricas listas discursivas señalando pesos y centavos invertidos en obras sociales. La Cámara de Diputados funcionaba como un gran teatro en el que la comedia y la tragedia conformaban el cuadro dual, aplausos serviles, lágrimas.
La dinámica misma del crimen organizado, las numerosas muertes, los coletazos del hampa que incrementan los daños colaterales no disminuyen. Giovanni Sartori expresó la importancia capital de la imagen en nuestra aldea global, en Monterrey, lugar de duelo, los videos del hermano del alcalde panista ya circularon por doquier proyectando un tufo a impunidad, no es asunto de partidos dirán algunos, pero sí de pillos que lucran ante la endeble aplicación de la ley.
Ante ese cuadro patético desbordado en nuestro país, en Michoacán las campañas de los aspirantes a la gubernatura —que será de tres años, siete meses y 15 días— aún viven sus albores hasta cierto punto fríos.
Un gobierno endeudado, un Partido Acción Nacional apostando con todo a Luisa María Calderón Hinojosa y su ostentosa propaganda, un Partido Revolucionario Institucional detenido en Morelia entre impugnaciones por la elección interna para buscar la alcaldía que pueden costar caras ante la ausencia de una fina operación política.
El Partido de la Revolución Democrática volviendo al origen del activismo, materia que domina aunque aún sin mayores propuestas.
Es temprano para hacer vaticinios porque aún falta un largo trecho, no hay tiempo para los equívocos, los errores se pagan caros, la simulación suele dar malos consejos y peores resultados.
Insistimos en que el tema de la seguridad pública es fundamental, aún no hay propuestas formales en esta materia en la que Michoacán está reprobado, con el transcurso de los días seguramente habrá luz al respecto. A los tres candidatos bien les vendrían caras nuevas en sus equipos, liderazgos emergentes, es ahora o nunca.

