Pánico y miedo permanente


Por Alfredo Ríos Camarena

Hemos sido rebasados, las palabras y los adjetivos calificativos han dejado de tener sentido, pues los últimos acontecimientos de la balacera en el Estadio Corona del equipo de futbol Santos Laguna y el horrible homicidio de más de 50 personas en Monterrey, nos han dejado seriamente lastimados.

Todos los mexicanos lo hemos resentido y tal parece que ha sido un golpe serio al Estado nacional, pues los crímenes del hampa afectan a los cuatro elementos que el jurista Jellinek estableció como las partes componentes de un Estado; en efecto, ha sido afectada la población, el territorio y el gobierno.

La población se encuentra en estado de pánico y de miedo permanente, pues ya nada impide la violencia brutal de los criminales. En el estadio de futbol, sólo la organización, el sentido común y el diseño del mismo —que no tenia mallas—, impidieron una tragedia de inconmensurables dimensiones. En el casino Royale, la impunidad y la corrupción de los dueños y autoridades permitieron el funcionamiento —sin seguridad— de este espacio de diversión.

El territorio ha sido afectado, porque se han apoderado de diferentes espacios, en distintos estados de la república, donde sólo existen las normas del terror y la violencia que dictan los carteles.

El gobierno ha perdido facultades en muchas regiones de la república y, a pesar de los esfuerzos del Ejército, de la Marina y de las policías federales, estatales y municipales, existen graves problemas de gobernabilidad.

Y, finalmente, el orden constitucional —también elemento fundamental del Estado— ha sido subvertido y jueces y magistrados de distintas competencias y jurisdicciones han sido sometidos por la corrupción.

En suma, vivimos momentos que requieren la unidad de la nación, y reflexiones que nos permitan que la democracia y el sistema político sigan —a pesar de sus defectos— manteniendo la vida institucional del país. Por eso, un objetivo primario es llegar a las elecciones federales del 2012 con un Instituto Federal Electoral fortalecido, y con una convicción, de todos los protagonistas y partidos, de remontar esta noche negra que hoy nos mantiene entre la libertad y el miedo.

El sistema económico neoliberal ha propiciado, no sólo una enorme desigualdad de la sociedad, sino sobre todo, la pérdida de los valores fundamentales de dignidad humana. En efecto, el único valor reconocido es la riqueza, el dinero, y para alcanzarlo, se rompen todas las normas de la ética social; para los millones de jóvenes que no han sido educados, la figura de los narcotraficantes se convierte en paradigma y aspiración, sobre todo cuando éstos son ensalzados —con intención o sin ella—, por los grandes medios de comunicación social. Esos jóvenes, que tienen como héroes legendarios a los criminales, son los que integran el ejército del crimen, muchachos sin ninguna convicción, sin ninguna preparación y con el único afán de tener una vida de aventuras y de obtención fácil del dinero.

Por eso, tenemos que partir desde abajo, en un esfuerzo colectivo, que nos llevará mucho tiempo para reconstruir nuestra identidad y nuestra convicción de que México —como lo establece su Constitución—, tienen un proyecto de nación y un programa, cuyas bases paradigmáticas fundamentales son la educación y la distribución de la riqueza, de lo que estamos muy lejos, pues las diferencias sociales se ahondan dramáticamente.

La gota que derrama el recipiente de la dignidad nacional debe ser también una clarinada que haga despertar a la sociedad y que permita que los protagonistas de la política y de la iniciativa privada, sobre todo los medios de comunicación, emprendan un proyecto de reconstrucción de los valores fundamentales.

Estamos en momentos cruciales para el destino del país, vivimos un mundo convulso, en el que se han establecido distintos frentes de guerra, y donde todas las señales económicas nos indican la quiebra del sistema alimentado por el neoliberalismo.

Es tiempo de reflexión, de elevar nuestras metas y nuestras miras a objetivos superiores, el destino de la patria lo exige.