Hoy por hoy a los profesionales de la mercadotecnia ningún fenómeno en ventas del mundo musical les parece una sorpresa y mucho menos les representa el advenimiento de alguna tendencia musical que esté fuera de sus manos, sus notas, estadísticas y mucho menos de sus oídos. Casi nunca han cometido errores, recuerdo la anécdota de que al manager de los Beatles le rechazaron al grupo con más o menos estas palabras: “Para no perder tiempo, Sr. Epstein, no nos gusta el sonido de sus muchachos. Los grupos están acabados, especialmente los cuartetos con guitarras están muertos”, desde ese lejano enero del sesenta y dos del siglo pasado nada o casi nada ha escapado del marketing, gracias a ese «casi» en este post recordamos un disco importantísimo en el rock que no se gestó dentro de un proyecto anual de ventas ni nació con un apretón de manos dentro de una lujosa oficina.
Un chamaco encuerado
Regularmente somos capaces imaginarnos el sonido de un disco solo con ver la portada, los aparadores actuales han ayudado de mucho al poner etiquetitas del tipo «rock en español, música clasica, world music, metal, banda, baladas, etc.», sin embargo hace veinte años, hubo que mandar a hacer una nueva que dijera: «rock alternativo» y Spencer Elden con sólo cuatro meses de edad y cero pudor, se convirtió en el protagonista de la dichosa portada y del naciente género musical, que seguramente espantó a muchos o de menos, les llamó la atención.
Que peligroso ni que nada
El gancho estaba hechado, nadie se resistió a tomar el disco entre sus manos y dar un mejor vistazo a la portada, seguramente muchos pensaron «me lo llevo… a ver que onda» bueno, pues fueron tantos, que en ventas dejaron atras al disco Dangerous de Michael jackson, quien seguramente también adquirió el nevermind para ver una y otra vez la portada.
play
Muy bien, ya nos gustó la portada, sacamos el disco, vemos las fotos y los tipos ya no usan maquillaje como las bandas ochenteras de rock pesado, muy bien… tampoco lucen como los fanáticos del heavy metal, un momento! aquí hay algo raro… qué son esas garras? tal parece que se gastaron todos sus ahorros en grabar el disco, en fin, le damos play al cassette o ponemos la aguja en el disco (en serio, hace veinte años no todo era disco compacto, lo juro) y wow… un sonido nuevo… alocado, rudo, básico, sucio, nada que ver con las sobre producciones pop de los ochentas, estas guitarras decían otra cosa, no trataban de apantallar, y esa voz… esa voz… como que grita, como que canta, como que susurra, es exquisita.
Seguramente la generación siguiente ya no escuchó el disco, pues el depto. de marketing le metió otras cosas en el ipod, si hubiesen existido las redes sociales, los sitios para descargar, la transferencia de celular a celular, probablemente nevermind, habría superado hace veinte años a todo cuanto conociamos en el mundo de la música.
