El satélite incontrolado UARS sigue perdiendo altura. El UARS (Upper Atmospheric Research Satellite), con casi seis toneladas, y diez metros de largo por cuatro y medio de diámetro, puede estar dando tumbos en órbita, sin una orientación fija, lo que dificulta la proyección de su trayectoria para determinar el momento en que llegará a la alta atmósfera terrestre. Además, hay que tener en cuenta otro factor que añade un alto grado de incertidumbre: el efecto de la actividad solar.
La NASA ha reiterado que la probabilidad de que algún trozo del satélite que no se destruya en la reentrada (piezas de titanio y de acero inoxidable, sobre todo) produzca heridas a una persona es muy baja, una entre 3,200.Pero la probabilidad de que le caiga a alguien en concreto es de una entre varios billones, informa Space.com.
Dada la superficie oceánica del planeta, lo más probable es que caiga al mar. Para los artefactos que están en órbita geoestacionaria, a unos 36,000 kilómetros de altura sobre la superficie terrestre, donde se colocan casi todos los satélites de comunicaciones, existen órbitas cementerio hacia las que se desvían los satélites que están en las últimas, evitando así que se conviertan en basura espacial peligrosa tanto para los que siguen activos como para los que lancen en el futuro.
La demostración que hizo China al destruir un satélite con un misil, en 2007, generó 2,000 trozos de basura espacial que se han podido identificar y seguramente hay muchísimos más que siguen ahí arriba sin ser detectados.
Redacción/ebm

