También allá la notoria desigualdad indigna
Jesús Hernández Garibay
En tanto que Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional, advertía que la economía mundial está entrando en una “peligrosa nueva fase” y llamaba a los gobiernos a “actuar ahora” para detener un mayor contagio; George Soros, el multimillonario inversionista especulador, opinaba que: “Esta crisis tiene el potencial de ser mucho peor que la de Lehman Brothers…”, esto es, la grave crisis de octubre de 2008; en tanto la Reserva Federal especulaba sobre la posibilidad de emitir un bono de la tesorería ¡para 50 años!; y Barack Obama intentaba por enésima ocasión establecer un impuesto para los más ricos.
Así también la Oficina del Censo de Estados Unidos daba a conocer que la pobreza en ese país ya rebasa los 46 millones de personas.
En efecto, de acuerdo con los datos dados a conocer en este mismo mes, la tasa de pobreza alcanzó el nivel más alto de casi dos décadas, mientras que los ingresos de los hogares también exhibían una nueva caída en el 2010. El número de estadounidenses que viven en la pobreza es además el más alto en los 52 años desde que la Oficina del Censo comenzó a reunir esa estadística.
Los datos muestran que la proporción de personas que viven en la pobreza subió del 14.3 por ciento en 2009 al 15.1 por ciento en 2010 y el ingreso promedio familiar disminuyó en el mismo periodo en un 2.3 por ciento.
Las cifras subrayan, así, los efectos persistentes de la peor recesión económica en siete décadas; pero se dan a conocer, alarmantemente, antes de que la nueva recesión anunciada, sea declarada como otro nuevo hecho.
Los datos, infortunadamente, son más que los mencionados, e igual de dramáticos. La tasa de pobreza para los niños, por ejemplo, aumentó de 20.7 por ciento en 2009 a 22 por ciento en 2010; para los menores de 6 años, el impacto es aún mayor: el 25.3 por ciento de ellos ya vivían en la pobreza el año pasado.
Un evidente deterioro económico como resultado del aumento de la inflación de un 2 por ciento (el mayor en tres años) que implica el aumento de los energéticos, los alimentos y la renta de casas habitación; esto último se agravará, pues una nueva oleada de ejecuciones hipotecarias por parte de los bancos ha incrementado el desalojo de casas en el mes de agosto hasta un 33 por ciento. Y si todo ello fuera poco, el número de estadounidenses sin seguro médico ronda ya en este 2011 cerca de los 50 millones de personas.
Con una persistente tasa de desempleo cercana al 10 por ciento, el presidente Obama hace propuestas para atacar el grave problema.
Pero su pretensión de asignar 450 mil millones de dólares para crear puestos de trabajo, o su intención por gravar a los más ricos con un impuesto que implicaría una reserva para el gobierno de 1.5 billones de dólares, es inmediatamente cuestionada por la ultraderecha agrupada en el llamado “Tea Party”.
En tanto, de un lado un grupo de 15 mil a 20 mil “indignados” ciudadanos ocupan la zona de Wall Street; mientras del otro un precandidato republicano (Richard Perry) afirma que, en caso de ganar la presidencia, piensa llevar a la Casa Blanca: “a la primera dama más bella y reflexiva que la nación jamás ha visto: mi esposa Anita…” Así las cosas.