Ante las críticas del presidente Calderón
Menos mal hacen los delincuentes
que un mal juez.
Francisco de Quevedo
Por José Fonseca
Se ha suscitado otra confrontación entre el Ejecutivo federal y el Poder Judicial, como resultado del descontento del presidente Felipe Calderón por decisiones de algunos jueces.
La más reciente expresión presidencial fue resultado de un amparo cuya vigencia había terminado, pero el juez correspondiente no lo había notificado, lo cual permitió que la detención de un presunto responsable de peculado y enriquecimiento ilícito fuera liberado.
Es posible que, como tantos dicen, el Ejecutivo federal se haya excedido en sus opiniones sobre la actuación de algunos jueces; pero es inaceptable la exagerada reacción del Consejo de la Judicatura Federal, quien rechaza cualquier acusación si no se acompaña de pruebas.
Es ahí donde uno empieza a inquietarse por la actitud asumida por el Poder Judicial de la Federación, encabezado por el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Juan Silva Meza, quien simultáneamente encabeza el Consejo de la Judicatura Federal.
El tono del comunicado en que rechazan los señalamientos presidenciales, parece indicar que el Poder Judicial Federal no está dispuesto a soportar críticas, pues pretende hacer de la críticas consignación ante tribunales, donde sí es necesario presentar prueba.
Esta sensibilidad a las críticas no es aconsejable, si queremos que en la república prevalezca el Estado de derecho que garantizan las leyes.
Explicable que el Poder Judicial Federal quiera cumplir con aquello de que la ropa sucia se lava en casa; pero hasta el momento, salvo casos aislados, no se percibe un esfuerzo sistemático para erradicar no sólo la corrupción, sino el ineficiente burocratismo que lleva a tantos juzgadores a entorpecer los procesos judiciales emprendidos por el Ministerio Público Federal.
El Ejecutivo federal, presionado por la batalla contra las bandas del crimen organizado, ha emprendido una enérgica reestructuración de la Procuraduría General de la República, incluido el cese de quienes no acreditan los exámenes de confianza.
Ha reconocido la PGR de las insuficiencias del pasado reciente y se esfuerza por superarlas.
Sin embargo, el Poder Judicial Federal no se ha ocupado de una tarea de reestructuración y depuración con la misma energía. Por el contrario, tal parece que ante las críticas sólo cierra filas y se atrinchera.
Porque atrincherarse significa su decisión de confrontar a las críticas presidenciales con argumentos que podrán ser jurídicamente sólidos, pero que de alguna manera poco ayudan a convencer de que también el Poder Judicial Federal está dispuesto a limpiar su casa.
Tal actitud se asemeja a la terrible admonición de Bertolt Brecht, quien dijo que hay muchos jueces tan incorruptibles que nadie puede inducirlos a hacer justicia.
jfonseca@cafepolitico.com
