Indispensable desarrollo integral
Martín Tavira Urióstegui
(Segunda y última parte)
Ser candidato a la gubernatura de Michoacán implica una gran responsabilidad, aunque no se llegue a ocupar el puesto. Se entiende que los aspirantes conocen el estado como a la palma de sus manos. Se supone que los partidos políticos que los han nominado ya elaboraron sus plataformas para resolver los problemas (no “la problemática”) de la entidad y de cada una de sus zonas geográficas y de sus regiones económicas.
Claro que hay también regiones indígenas: 1) la P’urhépecha (Meseta, Cañada de los Once Pueblos y Región Lacustre); 2) la de los Matlazincas o Pirindas y Mazahuas, en la parte oriental de Michoacán, colindante con el Valle de Toluca; 3) y la de los Nahuas de la región costera.
Suponemos que los partidos y sus candidatos ya estudiaron científicamente los problemas de cada una de las regiones y subregiones indígenas, con el fin de planificar su desarrollo económico, social, político y cultural.
Partimos de la premisa de que es necesario incorporar a los pueblos y regiones indígenas al desarrollo económico de Michoacán y de México, porque no tiene sentido hablar de su integración a la civilización.
Se tiene que clarificar qué actividades económicas deben impulsarse de acuerdo con las características y recursos naturales de las regiones.
Por lo que se refiere a la agricultura y a la ganadería, es necesario que los indígenas sean dotados de las tierras suficientes y reciban los créditos baratos; así como la debida asistencia técnica.
En donde sea posible, programar el surgimiento de pequeñas, medianas y grandes industrias (¿por qué no?) de acuerdo con las condiciones existentes. ¿Por qué los indígenas han de ser por fuerza campesinos pobres?
Naturalmente que las artesanías deben recibir el apoyo tanto federal como local, para conservar su autenticidad y evitar el intermediarismo en su comercialización. Los artesanos reciben muchas veces precios precarios en sus productos, porque los intermediarios se llevan la parte de león.
Hay un problema que quizá no pueda resolverse a corto plazo: la división arbitraria de las zonas indígenas. Por qué no hacer coincidir las regiones homogéneas con los municipios. Por ejemplo, la comunidad de Sicuicho pertenece al municipio de Los Reyes, cuya cabecera ni tiene población indígena mayoritaria ni se ubica en la Meseta Tarasca. El pueblo de Corupo está en el mismo caso, ya que su jurisdicción municipal está en Uruapan.
Por supuesto que debe respetarse la forma tradicional de los indígenas para elegir a sus autoridades.
La rica cultura de los indígenas michoacanos —como la de todo el país— debe conservarse y defenderse. La danza, la música y la lengua deben desplegarse y mantenerse como un invaluable tesoro. Los p’urhépechas son grandes creadores. Tienen destacados poetas y compositores.
Por falta de una política eficaz las lenguas indígenas se van perdiendo. Hay carencia de maestros bilingües que impartan sus lecciones en lengua nativa por lo menos hasta el tercer año de primaria. Afortunadamente las lenguas indígenas que se hablan en Michoacán ya tienen desde hace mucho tiempo sus propios alfabetos.
En fin, podemos decirle a los indios de Michoacán y de México, con los versos de Schiller: “huye de la estrecha y sofocante vida / y al inmenso reino de lo ideal asciende”.