Entrevista a Hazel Blackmore/Directora del Centro de Estudios y Programas Interamericanos del ITAM
Por Antonio Cerda Ardura
En 2007 y 2008, tras los ataques del Ejército Popular Revolucionario a gasoductos de Pemex y el atentado con granadas de la noche del 15 de septiembre en Morelia, respectivamente, apenas el 6 y el 7 por ciento de la población mexicana consideraba el terrorismo como la principal amenaza a la seguridad nacional. Sin embargo esta percepción tal vez muy pronto podría cambiar si se confirma que México puede ser víctima de tácticas terroristas por parte del crimen organizado.
Por lo pronto, en la conciencia no sólo de Estados Unidos, sino de los propios mexicanos, se está creando la idea paranoica de que México está siendo utilizado como plataforma de una alianza de terroristas internacionales y criminales locales para atacar a esa nación. En ese sentido van las recientes declaraciones de funcionarios norteamericanos sobre la interacción zetas-iraníes para asesinar al embajador de Arabia Saudita en Washington y respecto al hallazgo de explosivos para un atentado somalí contra la embajada de la Unión Americana en México.
¿Esto es parte de un plan estadounidense para satanizar a México o desestabilizarlo en el trayecto hacia las elecciones presidenciales de 2012?
En entrevista con Siempre!, una experta en estos temas, la maestra Hazel Blackmore Sánchez, directora ejecutiva del Centro de Estudios y Programas Interamericanos del Instituto Tecnológico Autónomo de México dice que no, que la Unión Americana no desea ni busca la desestabilización de nuestro país.
La también subdirectora de la revista Foreign Affairs Latinoamérica indica que la preocupación estadounidense por el terrorismo es auténtica y comprensible después de lo que ocurrió en las Torres Gemelas de Nueva York hace una década. Esto, señala, debía también despertar nuestro interés y ser motivo de más investigaciones, porque no se puede descartar que delincuentes mexicanos estén participando en redes internacionales, incluidas las de terroristas.
Una opinión no es política
Funcionarios de Estados Unidos sostienen que México enfrenta dificultades para desmantelar los cárteles del narcotráfico, ya que las reformas legales para ello avanzan con lentitud, hay escasez de recursos, las prioridades políticas se centran en los comicios presidenciales de 2012 y hay resistencia burocrática. ¿Qué tanto se usa la seguridad como pretexto para presionar a México?
El tema de la seguridad sí preocupa a Estados Unidos. En el rubro del narcotráfico en específico desde hace muchos años ha habido presiones, si se quiere decir de esta manera, con respecto a la política interna mexicana para controlar el problema. Hace algunos años existía la famosa certificación, un recurso del Congreso estadounidense para calificar si la lucha de México contra del narcotráfico era la correcta. Nunca nos decertificaron. Las relaciones han cambiado y ya no existe ese procedimiento y no sufrimos esa presión.
¿Actualmente Estados Unidos presiona por la estrategia que lleva a cabo México?
Yo no lo vería así. El asunto tiene diferentes aristas. Por un lado, hay que tener cuidado con las declaraciones de ciertos o de cualquier funcionario de ese país. Se trata de un gobierno sumamente descentralizado, con una gran diversidad y cantidad de actores en la toma de decisiones, de manera que si un subsecretario, un gobernador e, incluso, la misma secretaria de Seguridad Nacional preguntan qué pasa en México, no quiere decir que necesariamente va a seguirse una política desde el gobierno. Es una opinión más.
También se han oído voces en el Congreso sobre la situación de la seguridad y del crimen organizado en México, pero creo que es una preocupación genuina. Somos sus vecinos del sur y compartimos una frontera de 3 mil kilómetros. Por ello igual se habla de corresponsabilidad.
Los temas del crimen organizado y el narcotráfico cruzan la frontera y en México nos gusta interpretar que éstos los causa la demanda de drogas en los Estados Unidos. Por lo tanto, suponemos que México es un país de vía de esas drogas. Pero es un tema que se comparte y yo no veo fuera de foco que se trate de coordinar una política binacional en el tema. Claro que va a haber presión, porque así como hay diferentes actores en la toma de decisiones, también hay distintas visiones.
Estados Unidos lleva mucho esto al ámbito de la crítica, pero hemos escuchado pocas propuestas y que asuman una corresponsabilidad.
Son más visibles las críticas que las acciones conjuntas. La Iniciativa Mérida, por ejemplo, es un programa binacional. Es cierto que no todos los fondos se han dispersado, pero vuelvo a que no es sólo un asunto de aquél que ejecuta, sino a que esos fondos tienen que ser autorizados por el Congreso. Las divisiones políticas no necesariamente tienen que ver con México, son parte de esa especie de fractura interna que hay en Estados Unidos, en especial en contra del presidente Obama, que ha sufrido de mucha polarización política. Pero son mucho menos visibles las acciones de día a día. Ahí están los reportes de cómo el Ejército estadounidense, los generales retirados y las agencias de seguridad han estado en comunicación y han ayudado en capacitación y con equipo, así que sí existe una acción conjunta.
El tema de las armas es muy complejo, porque para Estados Unidos es parte de una política nacional. La Segunda Enmienda de la Constitución garantiza que los individuos pueden comprar y portar armas. Y en sectores importantes y poderosos de la sociedad estadounidense se toma como una libertad intrínseca. Por ello estas críticas en México de que no hay un control de las armas, etcétera, podrían fácilmente volverse en contra con el mismo argumento. ¿Por qué las armas vienen a México? ¡Porque hay demanda! En México no se ha controlado esa demanda y es un hecho que las armas pasan por la frontera y que las autoridades aduanales deberían detenerlas.
Tenemos una gran corrupción en las aduanas.
Hay una falta de institucionalidad en México. Pero aunque ya no pasaran armas de Estados Unidos, el crimen organizado ahora utiliza artefactos como lanzagranadas y lanzamisiles, que vienen de Corea, Medio Oriente y Sudamérica. Esto supone un mayor reto para las Fuerzas Armadas mexicanas.
También hay mucha crítica por programas como Rápido y Furioso que de alguna manera se implementaron para seguir los cursos de las armas y quién las compraba, aunque estuvieron mal ejecutados y terminaron dejando pasar los arsenales. Sin embargo, eso nos muestra que sí hay esfuerzos del otro lado de la frontera. En fecha reciente el presidente Obama declaró que las armerías de la frontera sólo pueden vender cierta cantidad de armas. Esto lo enfrenta con sus contrincantes políticos, porque, como le decía, el acceso a las armas es un derecho. En suma, tal vez no tan abiertamente, pero sí hay una aceptación en Estados Unidos de que existe una corresponsabilidad.
La supuesta interacción entre criminales mexicanos y grupos radicales de otros países pone un ingrediente nuevo a la relación de seguridad. Estados Unidos ya habla de terrorismo. ¿Lleva esto a visiones como la del gobernador de Texas, que dice que si fuera presidente enviaría a su ejército a combatir a los narcos mexicanos?
No hay que olvidar que las declaraciones, tanto las del procurador Holder, como las del gobernador Perry, son en un contexto de elecciones. Ellos también están en un proceso electoral. El gobernador Perry es precandidato del Partido Republicano para la Presidencia. Sí es preocupante en varios sentidos lo que se señaló la semana pasada sobre el grupo terrorista iraní que quería matar al embajador saudí en Washington y que aparentemente buscó a uno de los zetas para hacerlo. No podemos descartar que los criminales mexicanos estén actuando en redes internacionales. Eso no quiere decir que ya existan esas redes o que ya haya un vínculo. Sobre esa eventualidad se le hizo una pregunta expresa a la secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, y ella dijo: “Existe la posibilidad”. Hay que ver si es cierto. Yo no quisiera poner en duda al procurador Holder y al gobierno de Obama, pero están en elecciones y tal vez el presidente se necesita mostrar fuerte ante los grupos terroristas internacionales. Puede ser una estrategia. Al final de cuentas, la acusación que hace el Departamento de Justicia pasará por la Corte y se va a hacer el juicio. Ya veremos qué es verdad. Pero como se habla de un vínculo con los cárteles mexicanos, seguro va a haber voces, sobre todo las más conservadoras dentro del Congreso estadounidense, que van a tratar de señalar a México y a los cárteles mexicanos. ¡No van a perder la oportunidad!
Van a querer formar la opinión de que es cierto.
Lo van a utilizar como una acusación al gobierno o una presión para una mayor securitización del país. Y, repito, es entendible que tengan una preocupación en cuanto al terrorismo, porque hace diez años murieron más cinco mil personas en las Torres Gemelas y han sido atacados en su territorio. Pero sería muy bueno que nuestras autoridades investigaran porque también eso es parte de nuestra propia seguridad.
Argumento electoral
Siempre hay riesgos de una estigmatización. Durante décadas Estados Unidos ha acusado a Irán de solapar el terrorismo. A Hussein lo acusaban de tener armas químicas, lo cual nunca se comprobó.
Es cierto. Pero yo no veo en un futuro ni cercano, ni a mediano plazo, y ni siquiera en el largo plazo a tropas estadounidenses en México. Veo simplemente la utilización de estos temas como un argumento político en época de elecciones. En ese sentido, debería de haber un interés desde México y la Procuraduría General de la República debería estar investigando. Nos interesa saber si hay vínculos con el terrorismo internacional. El mismo tema de las armas tiene que ver con vínculos internacionales del crimen.
¿Hasta dónde llega realmente la participación de Estados Unidos en el cambio de gobierno en México?
Le interesa mucho. A últimas fechas el presidente Calderón ha dado entrevistas en los diarios más influyentes de Estados Unidos, el Washington Post y The New York Times porque quiere apelar, por supuesto, al público estadounidense, diciendo cuál es su posición. Esto obviamente tiene repercusión política y lo vemos con la interpretación que hizo el PRI, que se sintió aludido.
Es un golpe contra al PRI. Fue un acto de campaña.
Sí hay un interés y los mismos candidatos mexicanos lo entienden así. Hace dos semanas el precandidato presidencial por el PRD, Andrés Manuel López Obrador, estuvo en el Woodrow Wilson Center dando sus opiniones y presentando su proyecto nacional. Así que es lógico que en Estados Unidos haya un interés, como a nosotros nos debería de interesar quién va a quedar de presidente allá, después de las elecciones del 2012. ¿Qué tanto intervienen? La verdad es que el año que viene ellos van a estar tan inmersos en su propio proceso electoral, que difícilmente van ocuparse de otros. Tendríamos que acudir a Wikileaks y ver cuáles son las visiones sobre algunos de los candidatos o precandidatos mexicanos, pero sólo son visiones e informes que se dan desde la representación diplomática de Estados Unidos en México hacia su Departamento de Estado. De ahí a que influyan en las elecciones o que intervengan, hay un largo camino.
¿Estamos lejos de las maniobras políticas para desestabilizar?
Tratar de desestabilizar a México no lo veo como una política nacional impulsada dentro de Estados Unidos. Somos su frontera y ellos pasan por una crisis económica y política importante, así que no les conviene tener en el sur un país desestabilizado. Tampoco se pueden hacer cargo de todos nuestros problemas. Sí les preocupa la falta de instituciones fuertes en México y, por supuesto, el tema de la emigración. También es cierto que del lado mexicano en este sexenio la seguridad ha sido el único tema en el que se ha estado dispuesto a trabajar y en la relación con Estados Unidos no ha sido la excepción.


