En la Universidad Veracruzana

Por Guadalupe Loaeza

Extrañadísimo Germán:  

He decidido escribirte porque tengo hartas cosas que contarte; ciertamente cosas buenas, las cuales, estoy segura te pondrán de muy buen humor. ¿Qué crees? Ya inauguraron tu biblioteca. Sí, el pasado 13 de mayo,  las autoridades de la Universidad Veracruzana abrieron las puertas de la Biblioteca Germán Dehesa, que como bien sabes está compuesta de poco más de 7 mil ejemplares.

Allí, en el edificio central de la Unidad de Servicios Bibliotecarios e Información, estaban tus hijos, tu hermana Margarita, Adriana, Felipe Garrido y el rector de la Universidad Veracruzana, don Raúl Arias.

Claro, el único que faltaba eras tú, quien en realidad sí estabas con todo la luz de tu espíritu. Felipe Garrido evocó tu corazón de puma, de cronista y de crítico. Dijo que nunca habías aflojado paso, ni bajado la guardia y que siempre escribías con disciplina y humor.

“Germán abrió las puertas de su casa y el pueblo lo adoptó como un familiar”, comentó. No acababa de terminar su frase Garrido, cuando a tu hija, Juana Inés, le gana la risa, al mismo tiempo que a tu hermana Margarita, le ganaron las lágrimas. Las dos cosas eran inevitables. ¿Por qué? Porque eso era exactamente lo que provocaban tus escritos: lágrimas y sonrisas.

¿Que no sea cursi? Perdón, Germán, pero en estos momentos no lo puedo evitar. Entre más escriben mis dedos sobre el teclado y más escucho a Mozart, más te extraño.

¿Por dónde andas, Germán? ¿Qué te has hecho? ¿Te confieso algo? Para mí, Germán Dehesa sigue por allí, vivito y coleando. A veces tengo la impresión que tu columna no se publica porque estás de vacaciones y que un buen día, me toparé con ella con toda la naturalidad del mundo. Bueno, continuemos con las buenas noticias.

En ese mismo acto de la inauguración de tu biblioteca,  Juana Inés te agradeció tus libros, vivencias y amor. “Estos libros son amigos y con gusto los dejamos, quiéranlos, cuídenlos, compártanlos, porque los bienes si no son compartidos no son bienes”, manifestó.

El listón lo cortó Adriana Landeros, quien expresó que tus libros siempre habían sido una extensión de tus ojos, de tus manos y de tus oídos.

Por último te anuncio, mi amigo más extrañado del mundo, que Andrés (el Bucles) ya tiene su permiso para manejar y anda por toda la ciudad mientras escucha rap, a todo volumen, y se pregunta, lo que tú solías preguntarte obsesivamente en todas tus columnas a partir del 2006, ¿qué tal habrá dormido Montiel?

Te mando mi absoluto afecto, respeto y, de paso, melancolía.

Guadalupe