Los candidatos tienen la palabra

Por Martín Tavira Urióstegui

El escritor venezolano Rómulo Gallegos, exiliado en México y residente en la Loma de Santa María, frente a Morelia, pronunció un discurso en el Colegio de San Nicolás, por el año de 1952, si recordamos bien. Expresó una frase que persiste en nuestra memoria: “el turismo, moderno modo de perder viajes viajando…”

Por lo general, los turistas extranjeros vienen a nuestro país a divertirse y a “pasarla bien”, en las playas y en lugares de “esparcimiento”. Claro que hay viajantes que prefieren las zonas arqueológicas y las ciudades con riqueza arquitectónica e histórica; y también el ecoturismo.

Por supuesto que el turismo deja derramas económicas importantes. Por eso los gobernantes enaltecen e impulsan esta “industria sin chimeneas” que no contamina. ¿No contamina? Regístrense las oleadas de viciosos que vienen a emborracharse, drogarse y a buscar la aventura sexual.

Por fortuna comienza a dársele importancia al turismo cultural que puede contribuir al entendimiento entre los pueblos por medio de los valores del espíritu. Por eso la Feria Internacional de Turismo Cultural que tuvo lugar en Morelia a fines de septiembre y principios de octubre de este año fue un acontecimiento de gran relevancia al que asistieron representantes de veinte países.

Desgraciadamente se ha dejado al margen el turismo social que puede ser factor poderoso para la integración nacional. El turismo social debiera estar al servicio de los trabajadores, aun de aquellos de salario mínimo. Claro que la juventud también debe tener el derecho de conocer a su patria para que acreciente su amor a ella. No creemos que la iniciativa privada pueda atender este renglón del turismo nacional. Las cadenas hoteleras se han apoderado de las playas. Las guardias blancas de los hoteles vigilan que los bañistas no traspasen los cordeles que dividen el área “libre” del territorio hotelero. Las autoridades respectivas se hacen de la vista gorda y pretenden olvidar que las playas son propiedad de la nación.
El gobierno federal y los gobiernos de los estados deben coordinarse para hacer los planes y llevar a la práctica el turismo social. El transporte y los albergues populares deben estar al alcance de todos los bolsillos, con recursos o vacíos. Por supuesto que esta rama turística debe estar fuertemente subsidiada. Sería una de las formas de una mejor distribución de la riqueza y una ampliación del régimen democrático, en su profundo sentido.

Estos planteamientos los hicimos reiteradamente en la Comisión de Turismo de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. Nuestras propuestas eran tomadas con sorna por ciertos señores “representantes populares”. Nos decían que queríamos navegar hacia la isla de Utopía, a cuyo arribo se interponían quimeras imposibles de vencer.

Pero insistimos hoy nuevamente: ¿Son sueños irrealizables que los bajacalifornianos conozcan la Península de Yucatán? ¿Es inútil pretensión que los michoacanos de todos los niveles económicos viajen para que puedan solazarse de las bellezas naturales y culturales de su propio país? Pero voy a lo corto: ¿Será mucho pedir que los jóvenes y los trabajadores hagan recorridos por las rutas históricas de su pequeña patria y tramonten cordilleras para admirar las bellezas naturales de su estado?

Los candidatos a la gubernatura de Michoacán tienen la palabra.