Urge un nuevo regimen

Por Humberto Musacchio

Manlio Fabio Beltrones considera que debe adecuarse el presidencialismo para restituirle al país la necesaria gobernabilidad, en tanto que Marcelo Ebrard va más lejos y propone que junto a la figura del jefe de Estado se institucionalice la de jefe de Gobierno, porque “el régimen político en México, como lo hemos conocido hasta ahora, está acabado”.

Ambos líderes políticos intervinieron en el coloquio Semipresidencialismo en México, ¿salida al estancamiento del régimen?, donde expresaron, cada uno a su modo, que el actual régimen es insuficiente para hacerle frente a los problemas del país, sumido en un estancamiento económico de casi treinta años y en un reparto político que impide los acuerdos.

Alguien puede considerar, y no le faltará razón, que las posiciones planteadas por ambos políticos se derivan de la imposibilidad de ser candidatos de sus respectivos partidos y que, por tanto, si no pueden alcanzar la presidencia tienen que buscar otra opción para mantenerse en posiciones relevantes.

Beltrones propone, para “acercarnos a lo que pueden ser los acuerdos”, que se instalen gobiernos de coalición, “no como una especie de semipresidencialismo, sino como un presidencialismo que busque tener nuevos instrumentos para mejorar la gobernabilidad… Se trata de reformar la Presidencia, no de combatir su institucionalidad”.

Ebrard va más lejos y de plano propone que junto a la figura del Presidente, “con potestades importantes, por ejemplo en el orden exterior”, exista “un jefe de Gobierno que responda a las necesidades de organización en las cámaras”, pues es necesario contar con mayorías que respalden un nuevo rumbo para el país.

Se hace necesario legislar para construir sobre los escombros del viejo orden. Elegir un presidente y obligar al país a aguantar seis años de desastres nos ha puesto en la actual coyuntura, con una economía que no crece y autoridades incapaces de entender y manejar los valores de la política para llegar a acuerdos, pues se supone que quien triunfa en la elección presidencial gana todo, y hace ya buen rato que no es así.

El sistema presidencialista está agotado y no hay restauración posible. La vuelta del PRI a Los Pinos, si es que vuelve, no será para gobernar como antes. La Presidencia de la república conserva facultades en el papel, pero carece ya de los instrumentos que le permitieron en otro tiempo decidir prácticamente sobre cada aspecto de la vida nacional. Es urgente establecer un nuevo régimen. México ya no aguanta otro sexenio de ineptitudes.