Ni naranja dulce…

René Anaya

La plaga del huanglongbing (dragón amarillo en chino), que originalmente fue descrita en China, es una enfermedad que afecta a los cítricos, la cual ha causado la muerte de cincuenta millones de plantas en Asia, tres millones en Indonesia, diez millones en Africa y más de cuatro millones en América, hasta el momento, pero la mortandad podría aumentar.

Aunque desde 2002 se detectó en México la presencia del principal transmisor de la enfermedad o vector, el insecto Diaphorina citri, también conocido como chicharrita, no fue sino hasta 2009 cuando se corroboró que la plaga del dragón amarillo estaba afectando los cultivos de cítricos del país. Desde entonces, se ha propagado la enfermedad a 13 de los 23 estados productores de cítricos del país.

 

Una agria enfermedad de los cítricos

La plaga del dragón amarillo, llamada así por el color que toman las hojas de la planta afectada, y conocida también como greening, por el color verde de la fruta que nunca madura, probablemente se registró por primera vez en la India, en el siglo XIX, según ha referido David Mabberley, experto mundial en cítricos y director del Herbario de Kew Gardens (jardín botánico de Londres).

Esa enfermedad es producida por la bacteria Candidatus liberibacter asiaticus, la cual invade el floema de las plantas (vasos conductores de la savia), de tal forma que obstruye e impide la distribución de la savia: “lo que hace es bloquear el sistema vascular, de modo que lo que se elabora en las hojas no puede ser transportado al resto de la planta”, ha afirmado el experto David Mabberley.

Este daño al sistema de circulación de las plantas produce la disminución del peso de los frutos, reducción de su nivel de azúcar, mayor acidez, menor cantidad de jugo, reducción del tamaño del fruto, alteración del color y forma del cítrico. Si la afectada es una planta joven, no llega a producir frutos.

La plaga del dragón amarillo, que produce un fruto agrio y amargo, es transmitida principalmente por el insecto Diaphorina citri, que se alimenta de los brotes tiernos de los árboles de limones, naranjas y limas; si la planta tiene la enfermedad, el insecto aloja a la bacteria en su sistema bucal y la propaga a otros árboles o plantaciones sanas. También se pueden contagiar las plantaciones por la siembra de yemas ya infectadas, pero lo más común es la transmisión por el insecto.

Por esa razón, en términos generales se recomiendan tres acciones: inspección para lograr el diagnóstico temprano de la enfermedad; eliminación de los árboles infectados; y combate del insecto. La combinación adecuada de esas acciones aumenta la probabilidad de controlar la plaga, ya que como ha señalado el ingeniero agrónomo Jorge Arturo Solano Sibaja, del Ministerio de Agricultura de Costa Rica, se debe “realizar un plan estratégico de manejo integrado de la plaga para mantener el insecto vector en poblaciones lo más baja posible”.

 

Peligro

Según datos del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, hasta el mes pasado se había detectado la presencia del dragón amarillo en 13 estados: Yucatán (julio de 2009), Quintana Roo (agosto de 2009), Nayarit y Jalisco (diciembre de 2009), Campeche (marzo de 2010), Colima (abril de 2010), Sinaloa (junio de 2010), Michoacán (diciembre de 2010), Chiapas (marzo de 2011), Baja California Sur e Hidalgo (agosto de 2011) y San Luis Potosí y Veracruz (octubre de 2011). Por su parte, los estados productores de cítricos todavía libres de la plaga son Baja California, Guerrero, Morelos, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Sonora, Tabasco y Tamaulipas.

La invasión silenciosa del dragón amarillo (si no se realizan labores de inspección frecuentes, solamente se descubre cuando ya causó graves daños) representa un serio peligro para las 549 000 hectáreas donde se cultivan siete millones de toneladas anuales de cítricos, con un valor de 10 206 millones de pesos.

El riesgo se incrementa, ha advertido la Senasica, porque el vector de la enfermedad llegó a México en 2002, desde entonces se ha propagado a todas las zonas citrícolas del país, según han confirmado las labores de inspección que se han realizado. Por esa razón, se realizan acciones de monitoreo para detectar síntomas; muestreo y diagnóstico de material vegetal; muestreo y diagnóstico del vector; y capacitación y divulgación.

Falta por comprobar si el presupuesto aprobado para 2012 será suficiente para reforozar esta campaña, que nos permitiría seguir cantando: “Naranja dulce/limón partido…”

 

reneanayas@yahoo.com.mx