Guatemala, reconciliación con la historia:

Juan Barrera Barrera

Después del fin de la Segunda Guerra Mundial y del consiguiente reparto del mundo por las naciones vencedoras, concretamente Estados Unidos y la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), se inauguraba el periodo conocido como Guerra Fría, entre el bloque capitalista y el comunista.

Latinoamérica quedaba a merced de la tutela colonialista-depredadora estadounidense. Después de la posguerra, EU iniciaba un nuevo proceso de acumulación de capital y de combate frontal al peligro que representaba la influencia del comunismo soviético en su entorno geopolítico del hemisferio occidental.

En 1947 el general Marshall anunciaba la puesta en marcha de un plan económico e ideológico (Plan de la Reconstrucción de Europa) mejor conocido históricamente como “Plan Marshall”. El objetivo: evitar el avance de la izquierda y que las naciones europeas cayeran bajo el influjo soviético.

 El 20 de octubre de 1944, el pueblo de Guatemala se alzaba en armas en contra de la dictadura del general Jorge Ubico que había gobernado con mano dura durante 14 años. Jacobo Árbenz Guzmán, joven coronel, participó en esa gesta revolucionaria junto a Juan José Arévalo.

En diciembre de ese año el doctor Arévalo gana las elecciones presidenciales. Su gobierno se caracterizó por llevar a cabo reformas moderadas, focalizadas en el reordenamiento institucional. Seis años más tarde lo sucede en el poder Árbenz Guzmán y con él se profundiza el proceso revolucionario ante la desconfianza de Washington.

Por la profundidad de las reformas, agraria y petrolera, entre las más importantes, que afectaban los intereses imperialistas (la exención de impuestos a la bananera United Fruit Company y la entrega de los hidrocarburos), el gobierno de Jacobo Árbenz fue un régimen nacionalista y antiimperialista y, por ende, etiquetado de comunista por el imperialismo estadounidense. La expansión del comunismo era el argumento de EU para promover golpes de Estado o invadir militarmente e imponer gobernantes títeres.

Como repuesta al gobierno revolucionario, la potencia respondió, el 27 de junio de 1954, a través de la CIA, del Departamento de Estado y del Pentágono, en complicidad con militares antipatriotas guatemaltecos, con un golpe de Estado en contra del gobierno constitucional y democrático del presidente Jacobo Árbenz Guzmán, acusado de comunista.

Además de que la asonada militar obedeció a intereses financieros estadounidenses, se ha comprobado que el golpe militar fue una reacción a la “amenaza” del comunismo soviético en la región latinoamericana, en el contexto de la Guerra Fría. La abrupta interrupción del mandato de Árbenz (1950-1954) abrió un largo periodo de medio siglo de conflicto y violencia política en el país centroamericano que dejó al menos unos 250 mil muertos.

Jacobo Árbenz fue deportado junto con su familia y humillado públicamente cuando fue forzado a desnudarse en el aeropuerto de Guatemala. El gobierno golpista encabezado por Carlos Castillo Armas confiscó ilegalmente sus propiedades. El depuesto presidente murió en el exilio en México el 27 de enero de 1971 y sus restos fueron repatriados en octubre de 1995.

A 57 años de su derrocamiento, el 20 de octubre en la ceremonia del 67 aniversario de la revolución de 1944, el gobierno del presiente Álvaro Colom pidió perdón oficialmente a la familia de Jacobo Árbenz Guzmán, como parte del acuerdo a que llegó con su familia en la CIDH en mayo, mediante el cual el Estado reconoce que no cumplió con su responsabilidad de proteger los derechos humanos de los miembros de esa familia.

El presidente guatemalteco Álvaro Colom, en un acto histórico, destacó que como jefe de Estado y comandante general del Ejército, pedía perdón “por ese gran crimen cometido” contra el presidente revolucionario Árbenz Guzmán, conocido como el “Soldado del Pueblo”.

Como parte del resarcimiento, el gobierno guatemalteco revisará los libros de texto para incluir el legado del ex mandatario al país; además su la biografía será corregida; una de las principales carreteras del país que él mismo mandó construir llevará su nombre; se emitirá una serie de sellos postales con su imagen, y le regresarán a la familia los bienes que le fueron confiscados. La familia Árbenz, por su parte, creó la Primavera de Guatemala, una organización sin fines de lucro para “apoyar, formar y defender al pueblo de Guatemala”.

Los guatemaltecos esperan igualmente una disculpa oficial de Washington, toda vez que ha sido reconocida la participación de EU en el golpe de Estado en ese país centroamericano. En 1999 el presidente Bill Clinton lamentó “la indebida injerencia de la Casa Blanca en el proceso político guatemalteco”. Pero es de esperarse que no la habrá, es demasiado para la soberbia imperial.

El gobierno de Álvaro Colom ha hecho lo suyo en el caso Árbenz, (la primera víctima de la Guerra Fría en Latinoamérica) que sin duda es un buen gesto, en el proceso intrincado de reconciliación con la historia, entre los guatemaltecos.