Resolver con cuidado y talento político
Alfredo Ríos Camarena
El objetivo que la gran mayoría de los priístas nos fijamos se ha cumplido con creces, y consistía en generar una precandidatura presidencial sólida y sustentable, para avanzar en la recuperación del Poder Ejecutivo Federal. En efecto, desde hace ya largo tiempo, se fue fortaleciendo la figura de Enrique Peña Nieto, quien ha obtenido la aceptación, no sólo de los priístas, sino de la ciudadanía en general; las cualidades que llevaron a triunfar en esta difícil carrera al ex gobernador del Estado de México hacia la candidatura fueron: su amplia comunicación con todos los priístas, su sentido de equilibrio y ponderación, y sus virtudes como gobernador mexiquense, donde llegó a tener una aprobación del 70% de la población de esa entidad. Hasta aquí todo va bien, las encuestas indican que la ruta del triunfo va por buen camino.
Sin embargo, existen piedras en los zapatos del PRI, que habrá que resolver con cuidado y talento político; los principales imponderables, a mi juicio, son:
Primero, la división de los priístas en el Distrito Federal y la falta de una estrategia definida, que permita recuperar el gobierno de la ciudad de México;
Segundo, la guerra sucia que se ha desatado y cuyos objetivos se ven cada día más claros, cuando se calificó la elección de Michoacán —después de que perdieran el PAN y el PRD— como una elección marcada por la influencia del crimen organizado.
Tercero, los cuestionamientos que se han formulado en contra del presidente del PRI, el profesor Humberto Moreira, y contra otros destacados priístas, casi todos ellos, recientes ex gobernadores.
Vinculados estos tres elementos, pueden constituir peligrosos obstáculos que deben ser resueltos y considerados a la brevedad, antes de que la Comisión de Procesos Internos del PRI defina como candidato único al ex gobernador del Estado de México.
En el primer caso, no hay duda de que la candidatura de Beatriz Paredes Rangel es la más adecuada, por su posicionamiento con la ciudadanía del Distrito Federal, que además está influenciada favorablemente por la candidatura de Peña Nieto; a pesar de estos pronósticos positivos, el PRI del Distrito Federal, en el interior, está totalmente destrozado y en manos de pequeños grupúsculos con intereses poco claros y que pueden ser utilizados por el propio gobierno de la ciudad de México, ya que —entre otras materias— decide la política sobre la basura y los desperdicios.
Por eso, es urgente que se tomen decisiones claras, que se integren —hasta donde sea jurídicamente posible— los órganos de dirección del Partido, para que las candidaturas a las delegaciones políticas, a las diputaciones locales y a la Jefatura de Gobierno puedan realizarse sin ninguna objeción que enturbie el proceso democrático; éstas se deben llevar a cabo bajo el supuesto fundamental de abrirle las puertas a cientos de miles de simpatizantes del PRI, del que se han alejado por la cerrazón mezquina y cupular de unos cuantos. En la capital del país viven muchos ciudadanos, que lo único que necesitan para votar por el PRI, es que éste los convoque con respeto y apertura. Estamos en tiempo de transformar, de forma y de fondo, el PRI del Distrito Federal, y evitar así, esta enorme piedra en los zapatos priístas.
En el segundo caso, utilizar el pretexto de las narcoelecciones nos puede llevar a escenarios autoritarios y graves. Por eso, la campaña priista debe blindarse contra estos probables ataques injuriosos.
En cuanto a la tercera piedra que señalo arriba, considero que es necesario reestructurar el Comité Ejecutivo Nacional del PRI para evitar una sorpresa desagradable, por la enorme posibilidad de que el gobierno federal se decidiera —en forma irresponsable— a iniciar procesos penales, con razón o sin ella, pero con el propósito de desprestigiar a líderes importantes de este instituto político.
Es tiempo de formular una nueva estrategia, pues las alianzas que se han realizado con otros partidos tienen diversas lecturas en los militantes priístas y, muchas de éstas son negativas, particularmente entre aquellas dirigencias locales que se ven afectadas por las candidaturas, que supuestamente se darán a estos pequeños partidos, especialmente en el Distrito Federal, en Chiapas, en Sinaloa y en Quintana Roo.
Hay que quitar de los zapatos priístas estas piedras, que pueden complicarnos el destino final de la victoriosa campaña que se ha emprendido. Muchos priístas deben seguir el ejemplo del senador Beltrones, quien sacrificó su pretensión en aras de la unidad.
Peña Nieto, en su reciente discurso, al asumir la precandidatura, dejó muy clara su preocupación por la unidad priísta; estamos en el tiempo oportuno de que esta convicción se realice a plenitud.