Alexander Serikov
El cerebro humano es un mecanismo perfecto cuyas posibilidades no fueron evaluadas suficientemente hasta el momento. Sin embargo las evaluaciones ya hechas causan asombro. El famoso matemático estadounidense von Neumann quien inventó la estructura de las computadoras que se usa hasta el día de hoy, calculó la cantidad de información que es capaz de guardar el cerebro humano.
Esta cantidad es mucho mayor que la información contenida en todos los libros de la biblioteca más grande del mundo. Hay gente que guarda en su memoria los textos de unos libros enteros y cantidades enormes de grandes números. Pero estas personas no se encuentran a menudo por lo que se consideran fenómenos.
Ejemplos de tales personas son conocidos desde los tiempos pasados. Por ejemplo, Julio César y Alejandro Magno conocían personalmente a todos sus soldados de vista y por sus nombres, o sea hasta 30 mil personas. Las mismas capacidades poseía Kir, zar de Persia. Los famosos Femístocles, jefe militar griego, y Sócrates, filósofo, conocían a cada uno de los 20 mil habitantes de Atenas. El filósofo y escritor romano Séneca era capaz de repetir 2 mil palabras que no tenían ninguna relación entre sí al escucharlas sólo una vez.
El afamado ajedrecista ruso Aliojin pudo jugar al ajedrez a ciegas con más de 30 jugadores gracias a sus capacidades de memoria. Es increíble lo que hizo un tal Gasi quien aprendió de memoria todos los dos mil quinientos libros que había leído en su vida, y como si fuera poco, pudo, sin pensar mucho tiempo, reproducir cualquier fragmento de estos libros.
Pero además de ejemplos de las personas capaces de guardar en su memoria números, hechos y otra información reglamentada por así decir, existen muchas evidencias de otro tipo. El famoso pintor francés Gustavo Doré conocido autor de los maravillosos grabados, recibió una vez el encargo de hacer el dibujo de una foto en que aparecía un paisaje alpino. Doré se fue pero olvidó recoger la foto. Lo sorprendente es que al día siguiente el pintor trajo una copia absolutamente idéntica del original.
Otro caso es que el mejor retrato del presidente norteamericano Lincoln lo hizo su admirador, un pintor desconocido del estado de New Jersey. Este pintor vio a Lincoln sólo un vez en su vida. Cuando se enteró del asesinato del presidente no pudo ocultar su pena y encontró el consuelo dibujando el retrato del adorado político suyo.
Hay otros ejemplos de la maravillosa memoria que poseían representantes del mundo artístico. Como es conocido, Beethoven que se quedó sordo, seguía escribiendo música. La escultora Lin Po que murió en 1948, continuó haciendo esculturas después de quedarse absolutamente ciega. Sus trabajos causaban admiración y nadie podía creer que su autora los había hecho sin ver nada. Entre los músicos también hubo varias personas de capacidades maravillosas. Mozart, por ejemplo, pudo apuntar una pieza grande y complicada que escuchó sólo una vez.
El compositor ruso Alexander Glazunov pudo restablecer fácilmente las partituras perdidas de las obras musicales. Es sorprendente el caso relacionado con el famoso compositor ruso Serguey Rajmáninov. En cierta ocasión Glazunov llegó a la casa de otro compositor ruso Taneyev para mostrarle una pieza musical recién compuesta. A Taneyev le gustaba hacer bromas. En una habitación de su casa escondió a Rajmáninov. Un tiempo después de que Glazunov había terminado de tocar su nueva obra, Taneyev llamó a Rajmáninov quien se sentó al piano y repitió la pieza que escuchó tras la pared desde la primera hasta la última nota lo que causó un gran asombro a Glazunov.
De veras son increíbles las capacidades de la memoria del ser humano. De algunos seres humanos, para ser más exacto.
Alexander Serikov, octubre del 2011.


