Kim Jong-il, de 69 años, sufrió una apoplejía en agosto de 2008 y desde entonces había numerosos rumores sobre su estado de salud.

Fue un dictador que jugó a la guerra nuclear mientras su pueblo se moría de hambre o caricatura asiática de Elvis con zapatos de plataforma y pelo peinado con tupé en alto para disimular sus 1.57 de estatura. Si no hubiera sido real, el caudillo de Corea del Norte, Kim Jong-il, podría interpretarse a sí mismo como el villano que amenazaba al planeta con sus bombas atómicas bajo su aspecto de científico loco, sempiternas gafas de sol y cazadoras marrones incluidas.

Líder de un país comunista que ponía en jaque al Imperio mundial y a sus aliados capitalistas en la región con sus pruebas nucleares y sus lanzamientos de misiles. Pero más valía tomarse en serio a Kim Jong-il, que ya se convirtió en el dictador atómico más peligroso e imprevisible de la Historia. Bautizado por la propaganda oficial como el “Querido Líder” del país más hermético del mundo, Kim Jong-il era un misterioso personaje del que no se sabía exactamente cuándo y dónde nació y, ni siquiera, si en realidad estaba vivo o muerto. Por muerto lo dieron algunos expertos, como el investigador japonés Toshimitsu Shigemura, quien sostenía que Kim Jong-il falleció hacía varios años y había sido suplantado por un doble para que el Ejército siguiera manteniendo el control en Corea del Norte con sus más de un millón de soldados.

Redacción/mc