Quinto informe, presunción de éxitos
Félix Fuentes
Fue pretendida la alegoría de cinco años con stands de todas las dependencias sobre “logros magnos” del calderonismo y tres megapantallas. Pero no llegaron todos los 12 mil invitados y fue preciso ocupar una cuarta parte de las sillas vacías con soldados y burócratas. También fueron débiles los aplausos ante el inminente declive sexenal.
Los 80 eternos minutos del mensaje presidencial provocaron sueño a muchos de los asistentes y los proyectó el Canal 120 de Milenio. Al final, el primer mandatario atrajo con movimientos de ambos brazos a los asistentes para sentirse rodeado. Presiente la soledad.
(Un infortunio del ex gobernador Enrique Peña Nieto, quien al mencionar el libro La silla del águila dijo que el autor era Enrique Krauze, en vez de Carlos Fuentes, provocó fenomenal algarabía y minimizó la nota presidencial del Campo Marte. La saña panista contra el mexiquense es memorable y se le comparó con Vicente Fox cuando mencionó en España al escritor “José Luis Borgues”, cuyo verdadero nombre fue Jorge Luis Borges.)
Con tono de despedida y como ha acostumbrado en un lustro, Calderón centró su discurso en la “delincuencia organizada”, a la cual contempla con gran alarma como “una abierta amenaza a la democracia”. Obvio, le dolió la derrota de su hermana Luisa María, quien tras ser derrotada en Michoacán culpó a los delincuentes de forzar a los electores a votar a favor del PRI.
Es un pretexto de tomarse en cuenta porque, si la o el candidato del PAN es derrotado en julio próximo, podría ser presionado el Tribunal Federal Electoral a desviar el resultado de la votación, como asegura López Obrador que sucedió en el 2006.
En el reparto de culpas por el fracaso de la “guerra” contra el narcotráfico, sin faltar la cuota de rigor a gobernadores y presidentes municipales, Calderón convocó a las fuerzas políticas a apoyar “con claridad la lucha por la seguridad” en la cual “no hay espacios para mezquindades ni para cálculos políticos”.
No podían quedar a salvo los críticos, “quienes han demandado no meterse con los criminales, no enfrentarlos”. Tampoco dio nombres esta vez porque ningún reportero o comentarista se ha pronunciado a favor del hampa. Hay coincidencia general, sí, en los equívocos de Calderón por lanzar las fuerzas armadas contra la delincuencia, sin medir los recursos bélicos de que dispone, el poder de sus recursos económicos y sus tácticas para masacrar y causar terror.
Fracasada esa cruzada letal, con saldo superior a los 50 mil ejecutados, Calderón insiste en continuar su “guerra” y presume la captura de 100 mil millones de dólares —¿dónde están o en qué se han gastado?— y la captura de 21 de los 37 delincuentes más buscados”. Sin embargo, esto no impide la permanente comisión de matanzas.
En la interminable presunción de éxitos, el Ejecutivo menciona el crecimiento económico de 4% en este año, como si no se supiera cómo es armada esa cifra. Baste saber que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos es presionada constantemente para la elaboración de cifras alegres de México. Igual sucede con el Banco de México y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
¿Quién puede creer en la generación de 815 mil empleos durante el 2011, cuando 52 millones de mexicanos —cifras del 2010— se debaten en la pobreza y 17.5 millones de ellos carecen de viviendas y tienen menos acceso a la alimentación, a la atención médica y a la Seguridad Social. Es una farsa lo que indica el spot sobre los “más de cien millones” de hombres y mujeres con la atención médica asegurada.
