Ellen Johnson-Sirleaf, Leymah Gbowee y Tawakkul Karman

 

Bernardo González Solano

Cada vez que una mujer recibe un reconocimiento o un galardón (local, nacional o internacional), gracias a sus méritos personales, se agrega un granito de arena al abono de la inmensa deuda que la sociedad dominantemente machista le debe al paciente género femenino. ¡Qué bueno! Pero qué lento avanza ese pago. Desesperante, da la impresión que no hay la mayor voluntad de cubrir ese casi impagable adeudo. Por lo menos, parece caminar.  De vez en cuando hay buenas noticias en este caótico mundo donde lo que abunda son las desgracias.

A partes iguales

Para el caso, este pequeño exordio obedece a que el pasado jueves 6 de octubre el Comité Nobel del parlamento de Noruega concedió el Premio Nobel de la Paz 2011, a partes iguales, a tres mujeres, dos negras, Ellen Johnson-Sirleaf, presidenta de Liberia desde el 16 de enero de 2006, y su compatriota y defensora de los derechos de las mujeres Leymah Gbowee, y a la activista pro derechos humanos de Yemen, Tawakkul Karman, lo que algunos calificaron apenas como un guiño del Comité Nobel de Noruega a favor de la llamada “primavera árabe”.

De acuerdo a lo dispuesto por el químico e inventor Alfred Bernhard Nobel (1833-1896) en su testamento, los laureados con el Premio Nobel de la Paz son seleccionados por un comité independiente compuesto por cinco personas elegidas por el parlamento  noruego; así ha sucedido desde 1901.  De tal suerte en este rubro de los famosos premios, en 90 ocasiones se han entregado en 120 ocasiones: a 97 personas y a 23 organizaciones.

Actualmente, los galardonados reciben, aparte del diploma y la medalla, una recompensa económica de 10 millones de coronas suecas, lo que representa, más o menos, 970 mil euros o un millón 400 mil dólares estadounidenses.

Historia

La primera ocasión que una mujer recibió el Nobel de la Paz fue en 1905, siendo la galardonada la austriaca Bertha von Suttner, actualmente olvidada hasta en su país de origen. A la fecha, la ocasión anterior en concedérsele a una fémina fue en 2004, a la keniana Wangari Maathai, que, por cierto, acaba de fallecer hace pocos días. En total, hasta el momento este Nobel lo han recibido 15 mujeres, incluyendo a las tres últimas que lo recibieron el pasado sábado 10 de diciembre en una  suntuosa ceremonia en Oslo, Noruega.

La lista de las galardonadas con el Premio Nobel de la Paz es la siguiente: 1905, Bertha von Suttner, Austria; 1931, Jane Adams, Estados Unidos (EU); 1946, Emily Greene Balch, (EU); 1976, Mairead Corrigan y Betty Williams (Gran Bretaña); 1979, Agnes Gonxha Bojaxhiu (1910-1997), mejor conocida con el nombre de Madre Teresa de Calcuta, que nació en Yugoslavia de padres albaneses y de niña vivió en Macedonia, y en 1928 ingresó en la orden de las monjas irlandeses Sisters of Loreto, fue canonizada por el papa Juan Pablo II de quien era allegada; 1982, Alva Myrdal (née Reimer), socióloga, política y reformadora pacifista sueca, como ministra para el Desarme y Asuntos Religiosos, tomó parte sobresaliente en el movimiento internacional de la paz y en 1977 escribió el libro The Game of Disarment: How the United States and Russia Run the Arm  Race (El juego del desarme: cómo Estados Unidos y Rusia compitieron la carrera de las armas); el Premio Nobel lo compartió con el diplomático mexicano Alfonso García Robles; fue esposa de Karl Gunnar Myrdal, el economista y político sueco que también recibió en 1974 con August Friederich von Hayek, el Premio Nobel de Economía, por sus trabajos en la aplicación crítica de la teoría económica en los países del Tercer Mundo; 1991, Aung San Suu Kyi, Birmania, que hace pocos meses fue liberada de la cárcel y que posiblemente sea elegida como diputada en las próximas elecciones; 1992, Rigoberta Menchú Tum, Guatemala, lideresa indígena guatemalteca que ha sentado sus reales en México protegida por algunos gobiernos y en dos ocasiones consecutivas ha competido por la presidencia de su país y ha sido derrotada por falta del voto indígena que no le concede el suficiente crédito para asumir la principal magistratura del país; 1997, Jody Williams (EU), 2003, Irán; 2004, Wangari Maathai, Kenia y las liberianas y la yemení en este 2011.

El Nobel de la Paz de este año echó por tierra todas las quinielas que anualmente se manejan por los apostadores, sobre todo a las que mencionaban a la “primavera árabe” y los rostros de la revolución en los países del norte de Africa y del Oriente Medio. Las tres mujeres galardonadas se impusieron en la carrera del Nobel  a candidatos como la presidenta de la Comisión Afgana Independiente  de Derechos Humanos, Sima Samar, o los cubanos Osvaldo Payá y Oscar Elías Biscet. También se citó a la ya galardonada Aung San Suu Kyi. Otros mencionados fueron la organización de Derechos Humanos Memorial y su dirigente Svetlana Gannushkina, la abogada chechena Lidia Yusúpova, la uigur Rebiya Kadeer y el activista Serguéi Kovaliov.

El presidente del Comité Nobel noruego declaró que las tres féminas premiadas fueron recompensadas por su lucha no violenta por la seguridad femenil y  de sus derechos a participar en los procesos de paz. “No podemos alcanzar la democracia y la paz duradera  en el mundo si las mujeres no obtienen las mismas oportunidades que los hombres para influir en los acontecimientos en todos los niveles de la sociedad”, aclaró el funcionario.

Ellen Johnson Sirleaf

Ellen Johnson Sirleaf: primera mujer elegida democráticamente presidenta de un país africano en 2005.

A la sazón,  cuenta 72 años de edad y se comprometió a fondo para reconstruir un país devastado por 14 años de guerras civiles, mismas que causaron la muerte de 250 mil personas.

Aunque el país ha conocido avance en varios sentidos, Liberia continúa siendo considerada como un paraíso fiscal y su economía padece muchos handicaps: corrupción, inseguridad, envejecimiento de las infraestructuras, debilidad de las instituciones y del sistema financiero, falta de capitales… Liberia es teatro del tráfico de armas y de materias primas y aún no termina la desmovilización de los soldados que rindieron las armas así como el rescate de los niños-soldados.

La presidenta Ellen Johnson Sirleaf se enfrenta a estos  difíciles desafíos. Su principal victoria fue terminar con el conflicto armado que ya duraba casi tres lustros y contribuír a la caída del anterior presidente, Charles Taylor, al que actualmente juzga un tribunal internacional por crímenes contra la humanidad. Ellen nació en Monrovia en 1938, y accedió  al poder en los comicios de noviembre de 2005, al ganar a su principal competidor, el exfutbolista George Weah.

Tawakkul Karman

A su vez, la periodista e integrante del partido islámico Islah, la yemení Tawakkul Karman, es la primera mujer del mundo árabe que gana el Premio Nobel de la Paz a los 32 años de edad; asimismo, Tawakkul encabeza al grupo Periodistas Mujeres sin Cadenas, que defiende los derechos humanos. Cuando recibió la noticia, la activista yemení dedicó su galardón a la “primavera árabe” y dijo que estaba feliz y sorprendida por la distinción.

De hecho, Tawakkul tuvo “un papel preponderante en la lucha a favor de los derechos de las mujeres, de la democracia y de la paz en Yemen”, tanto “antes como durante la primavera árabe”.

En tales circunstancias, Karman recibió aplausos cundo proclamó que ha terminado “el periodo en el que las mujeres aparecían como “víctimas”… “las mujeres son líderes”… “no sólo en sus países o sus luchas. Son líderes en el mundo”… “esta revolución apagó la voz de Al-Qaeda y los terroristas… esta revolución pacífica paró la voz de la venganza, del odio”.

Leymah Gbowee

Por otra parte, el acceso de la presidentaliberiana al poder —Ellen Johnson Sirleaf— fue posible por la lucha de Leymah Gbowee, “guerrera de la paz”, fundadora del movimiento pacífico que contribuyó, en particular con una “huelha sexual”, a terminar con la segunda guerra civil de Liberia, en 2003.

La original y prácticamente imposible iniciativa fue lanzada en 2002. La propuesta era que las mujeres de todas las confesiones religiosas se negaran a tener sexo con sus esposos —de hecho con todos los hombres— mientras continuaran los encuentros armados, lo que obligó al presidente Charles Taylor  (jefe de guerra convertido en mandatario) a que las mujeres tomaran parte efectiva en las negociaciones de paz. Increíble pero cierto. La estratagema femenina dio resultado

Leymah Gbowee movilizó y organizó a todas las liberianas más allá de las líneas de división étnica y religiosa para poner fin a una larga guerra en su país y garantizar la participación de las mujeres en los comicios presidenciales. Ese voto favoreció a la actual presidenta, Ellen Johnson Sirleaf, con la que comparte el Premio Nobel de la Paz 2011. Un  paso más para reconocer el decisivo papel de las mujeres en el mundo actual. Ojalá las nuevas generaciones avancen más rápido, en este camino, que sus progenitores

Ellen Johnson, al recibir, en Oslo su premio, el sábado 10 de diciembre, homenajeó a todas las mujeres del mundo, “en especial a las que han visto qué desastres producen la violencia despiadada”.

La presidenta liberiana recordó también a todas las mujeres que han ganado el premio con anterioridad y a aquellas “que con su lucha privada y silenciosa ayudaron a formar nuestro mundo. En muchas partes del mundo hay crímenes contra las mujeres de los que no se habla”, dijo.

A su vez, el secretario del Comité Nobel de Noruega, Thorbjorn Jagland, resaltó que no se puede lograr paz ni democracia duraderas “a menos que las mujeres logren las mismas oportunidades que los hombres para influir en el desarrollo de la sociedad a todos los niveles”.