El recuerdo de un libro es lo que cuenta
Guadalupe Loaeza
Si mal no recuerdo, la primera novela que leí en mi vida fue Ana Karenina. Tenía 17 años y nunca había leído un libro. Entonces pensaba que no me correspondía. Como Rosario Castellanos, creía firmemente que “el mundo que para mí está cerrado tiene un nombre: se llama cultura. Sus habitantes son todos ellos del sexo masculino”.
Simone de Beauvoir solía decir que mientras existieran los libros, tenía la felicidad garantizada. Tenía razón la autora de El segundo sexo, los libros sí garantizan la felicidad. Julio Cortázar me ha dado numerosas horas de felicidad. (Bebé. Rocamadour, bebé. Rocamadour: te escribo, porque no sabés leer. Si supieras no te escribiría o te escribiría cosas importantes. Alguna vez tendré que escribirte que te portes bien o que te abrigues…) Los libros de Elena Garro también me han hecho feliz. Fui más feliz después de haber conocido a Emma Bovary. Tuve la misma sensación cuando Balzac me presentó al Pére Goriot y cuando Colette me introdujo a Gigi.
Cuando Jean Paul Sartre era niño y descubrió la biblioteca de su abuelo, le cambió la perspectiva de la vida completamente. En su autobiografía Las palabras explica muy bien la forma en que descubrió el mundo de las letras: “Mis libros eran mis pájaros y mis nidos, mis animales domésticos, mi establo y mi campo; la biblioteca era como un mundo atrapado en un espejo; tenía un grosor infinito, una variedad, era imprevisible. Con tan sólo subirme en una silla o en una mesa, podía lanzarme a aventuras increíbles”.
Decía Jorge Luis Borges que más que un libro, es el recuerdo de un libro lo que cuenta. Asimismo, afirmaba que hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros; hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua, y en lo que se refería al poeta, era incapaz de imaginar un mundo sin libros. “Ahora, como siempre, el inestable y precioso mundo puede perderse. Sólo el libro puede salvarlo.”
Más que salvar a México, sí pienso que el libro puede salvar a los mexicanos. Si de alguna manera me salvó a mí, ¿por qué no salvaría a más de 100 millones de compatriotas?