Edgar Díaz Yáñez
Durante medio siglo
la poesía fue el paraíso del tonto solemne.
Hasta que vine yo
y me instalé con mi montaña rusa.
Suban, si les parece.
Claro que yo no respondo si bajan
echando sangre por boca y narices.
Nicanor Parra
La noticia de que Nicanor Parra fue galardonado con el Premio Cervantes —un premio que muchos se han obstinado en apodar “el Nobel de las letras hispánicas”—llegó a oídos del mundo antes de los del propio implicado: «No le hemos localizado, no contestaba el teléfono», dijo la ministra de Cultura española, Ángeles González-Sinde. Así es, Nicanor Parra, un chileno nacido en el año 1914, se ha hecho acreedor a tan prestigiado —y prestigioso— premio por «toda una vida dedicada a la poesía», remarcó Margarita Salas, presidenta del jurado del premio Cervantes.
Parra es el tercer chileno en recibir tal galardón —los otros dos son Jorge Edwards en 1999 y Gonzalo Rojas en el 2003— y le será otorgado a los 97 años de edad (la entrega se realizará el 23 de abril del año próximo). A diferencia de sus compatriotas, Nicanor Parra nace en San Fabián de Alico. Su padre, profesor y músico, fue, por tanto, improvisador de versos. Su madre, tejedora. Muchos románticos empedernidos —como un servidor— querrán ver que las facetas de sus padres marcaron el rumbo que Nicanor habría de tomar: un improvisador tejedor de versos (Ángeles González-Sinde destacó que el galardón haya sido concedido a un poeta porque «la vocación de escribir poesía es más exigente que otros géneros»).Es físico y se recibió como profesor de matemáticas en el Liceo de Chillán y en la Universidad de Chile en 1938. Sin embargo, un año antes de ser matemático, Parra ya había irrumpido en el ámbito literario con cuentos y ensayos, particularmente con Cancionero sin nombre, donde puede ya leerse su vocación poética «de tono evocativo y sentimental». Más tarde, en 1954, adoptó finalmente la línea que él mismo denomina ‘antipoesía’, la cual podríamos definir como una revelación irónica e iconoclasta de un mundo problemático, hecha en lenguaje coloquial. Esta evolución comienza en Poemas y antipoemas (1954) y se prolonga en una docena de obras más. Obtuvo en 1969 el premio Nacional de Literatura, en 1991 el Juan Rulfo —esto en la primer entrega de dicho premio— y en 2001 el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (tan sólo por mencionar algunos).
Parra, para no definirlo impertinentemente, se precisa a sí mismo: “Yo no soy derechista ni izquierdista/ Yo simplemente rompo moldes”.
El mayor reconocimiento de la literatura en castellano, que se concede anualmente desde 1975, cuando lo recibió Jorge Guillén, se acompaña con 125 mil euros. El Rey Juan Carlos será el encargado de entregar el galardón al premiado el 23 de abril, fecha de la muerte de Miguel de Cervantes, en la tradicional ceremonia que hospeda el Aula de la Universidad de Alcalá de Henares.
Con el otorgamiento este año del premio, se cumple una regla no escrita por los miembros de la Academia Española de reconocer alternativamente a un escritor español y a uno latinoamericano. El año anterior lo recibió Ana María Matute, y antes de esta escritora española, el premio fue para José Emilio Pacheco, mexicano.
El Premio Cervantes no puede ser declarado desierto o dividido o ser concedido a título póstumo. Sólo en una ocasión el jurado no practicó estas premisas —en 1979, cuando se distinguió conjuntamente al poeta español Gerardo Diego y al escritor argentino Jorge Luis Borges—.
Los candidatos al galardón son propuestos anualmente por la Real Academia Española de la Lengua (RAE), las Academias de la Lengua de los países de habla hispana, los autores distinguidos en ocasiones anteriores y las instituciones vinculadas a la literatura en lengua castellana. Este año, algunos de los considerados para el premio fueron Ernesto Cardenal, Fernando Vallejo, Eduardo Galeano y Fina García Marruz.
