Alexander Serikov
A partir del 20 de octubre una sagrada reliquia – el cinturón de la Virgen María– recorrió varias ciudades de Rusia y en cada una de ellas decenas de miles de creyentes ortodoxos rusos pasaron días y noches en larguísimas colas para venerar lo que, según la leyenda cristiana, pertenecía a la Madre de Dios. El cinturón lo trajeron desde Grecia donde se guarda en el monasterio ortodoxo ruso Vatopediou situado en el Monte Athos – Monte Sagrado en griego – que es una área montañosa que conforma la península del mismo nombre en el Mar Egeo. Allá se encuentran 20 monasterios cristianos ortodoxos: griegos, rumanos, ruso, búlgaro, serbio y georgiano. La Virgen María llevaba puesto este cinturón hecho de lana de camello en los momentos más importantes de su vida, tales como el nacimiento de Jesucristo, de su bautizo y muerte. Antes de fallecer la Virgen entregó su cinturón a dos viudas de Jerusalén que lo pasarían de generación en generación. Creen que el cinturón de la Virgen ayuda a curar la esterilidad y otros males así como trae suerte para la vida familiar. Algunas partes de esta reliquia se encuentran en los monasterios de Grecia, Chipre, Italia, Georgia así como en el templo del Profeta Ilias en Moscú. El cinturón traído desde el monasterio ortodoxo ruso situado en el monte Athos viajó por todo el país y la trayectoria de su viaje trazado en un mapa recordaba la figura de la cruz.
En la capital rusa la sagrada reliquia la colocaron en el Templo de Cristo Salvador, principal basílica de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Y aunque la procesión acompañada por el patriarca ortodoxo ruso Kirill y el jefe de gobierno de Moscú, Serguey Sobianin, llegó desde el aeropuerto al templo en la tarde del 19 de noviembre, la larga cola ya se había formado desde muy tempranas horas de la mañana. El 21 de noviembre el número de peregrinos formados fue de 12 mil.
El día 23 aumentó a 25 mil. Y al día siguiente 82 mil personas esperaban su turno para entrar en el templo y venerar la reliquia sagrada de la Virgen. Muchos de los creyentes – algunos llegados de otras ciudades – esperaron en la cola más de 24 horas. El tiempo en Moscú en estas fechas no favoreció para nada a la gente que horas y horas estuvo en la cola esperando el feliz momento de tocar con la mano el cofre con la reliquia.
Y aunque tal manera de venerar las reliquias – tocando con la mano – no es de las tradiciones religiosas rusas ya que habitualmente la gente debe besarlas, los clérigos dispusieron esta manera para agilizar el avance de la numerosísima cola.
Las autoridades colocaron cerca del templo y a lo largo de la cola numerosos autobuses para que la gente tuviera posibilidad de calentarse ya que la temperatura marcó unos grados bajo cero, así como desplegó varias cocinas, sanitarios y ambulancias. Mucha gente con graves enfermedades avanzadas inspirada en la creencia de curarse luego de tocar el cinturón de la Virgen con la mano, no pudo soportar este martirio de avanzar lentamente, paso a paso, sufriendo el frío durante muchas horas. Es por ello que varias personas fueron llevadas a los hospitales: 800 de ellas fueron atendidas y luego regresaron a su lugar en la cola, pero otras 850 personas fueron hospitalizadas.
La agitación suscitada por la veneración de la sagrada reliquia fue tan grande, que las autoridades eclesiásticas pospusieron varias veces su regreso al monasterio del Monte Athos en Grecia. En total cerca de tres millones de peregrinos visitaron los lugares a lo largo de Rusia donde fue exhibido el cofre con el cinturón de la Virgen y solamente en la capital rusa su número fue de casi un millón de personas. Y fue el domingo 27 de noviembre cuando la reliquia sagrada abandonó Moscú para regresar al monasterio situado en el Monte Athos en Grecia.


