Alexander Serikov
Fue en 2011 cuando Jonathan Powell, jefe de la administración del ex primer ministro británico Tony Blair tomó parte en el documental Putin, Rusia y el Oeste rodado por la BBC de Gran Bretaña y la compañía de radio y televisión de Alemania MDR. En la entrevista para este documental el funcionario dijo que los servicios secretos de su país utilizaban la llamada “piedra de espionaje” para recoger los datos de espionaje en Rusia. El documental de cuatro partes fue mostrado casi a la media noche y tal vez por ello pocos prestaron atención a las cosas sorprendentes contenidas en la entrevista de Jonathan Powell. Pero recientemente Powell volvió a hablar sobre esta “piedra”.
Las revelaciones del funcionario británico causaron inquietud en los medios secretos de Gran Bretaña ya que la información como la que él dio a conocer no debería ser publicada en al menos unos 30 ó 50 años. Para sus colegas rusos lo revelado por Powell no fue ninguna sorpresa puesto que aún en 2006 uno de los canales de la TV rusa mostró el programa Corresponsal Especial en el que fue detalladamente explicado cómo funcionaba esta “piedra de espionaje” que fue localizada por los agentes secretos del SFS – ex KGB.
Era una maqueta de una piedra hecha de material plástico de tamaño natural que contenía equipos electrónicos sofisticados capaces de recibir y enviar la información que los espías reclutados por los agentes británicos en Moscú entre los ciudadanos rusos, querían entregar a sus amos. Esta “piedra” fue colocada en una de las calles de Moscú en un pequeño jardín, y era igual a las demás piedras que estaban esparcidas allí. El espía que pasaba por este jardín cerca de la “piedra”, en unos escasos segundos enviaba la información al equipo de la maqueta desde su computadora de bolsillo. Era tan sensible el equipo que se podía enviar información desde una distancia de hasta 20 metros del objetivo. Un tiempo más tarde un británico pasaba por el mismo jardín cerca de la “piedra” y también en unos segundos cargaba la información a su computadora portátil.
En el programa de la TV rusa se habló de que los funcionarios de la embajada de Gran Bretaña en Moscú que pasaban cerca de la “piedra” – los agentes de la KGB vigilaban el lugar – recibían la información sobre el financiamiento desde el extranjero de las organizaciones no comerciales rusas. En aquel entonces el presidente de Rusia, Vladimir Putin, firmó la ley que limitaba la actividad de las organizaciones no comerciales. A través de estas organizaciones –decía el programa– los de la oposición recibían dinero de los espías extranjeros.
Entretanto, el descubrimiento de los espías provocó un escándalo diplomático que dio inicio al enfriamiento de las relaciones entre Rusia y Gran Bretaña. Las autoridades rusas acusaron a Gran Bretaña de espionaje, los británicos expresaron su sorpresa y negaron todas las acusaciones.
Y fue el 19 de enero último cuando Jonathan Powell reconoció que los agentes británicos en Moscú sí utilizaban el equipo electrónico oculto en la “piedra de espionaje”. Ha sido una vergüenza, aceptó Powell. Nos cogieron con las manos en la masa. En aquella época los medios de comunicación británicos que anteriormente acusaban a Moscú de tener la mentalidad de la “guerra fría”, se vieron obligados a aceptar que las mismas acusaciones se las podrían presentar a Londres.


