Persistencia de la trata de blancas en el mundo

Verónica Valenzuela González

(Primera de dos partes)

El problema del tráfico de mujeres sigue afectando a esa población en todo el orbe; luego de ser engañadas, secuestradas y vendidas, ellas padecen condiciones parecidas a la esclavitud en los prostíbulos, las fábricas, el campo y los hogares, donde reciben una paga miserable y, muchas veces, amenazas y golpes.

Se trata de uno de los principales desafíos en el área de los derechos humanos al ser la segunda industria ilegal a nivel internacional  por las altas ganancias para los traficantes.

Al estar débilmente penado en la mayoría de los países de origen, el tráfico de féminas resulta rentable para los grupos del crimen organizado, los cuales tienen bajo riesgo de ser detenidos por las autoridades, pero, además, las víctimas no se atreven a denunciar a sus captores.

De acuerdo con datos dados a conocer en octubre por la Organización de las Naciones Unidas, entre 700 mil y dos millones de mujeres y niñas son traficadas cada año a través de las fronteras internacionales con la finalidad de explotarlas sexualmente.

Silvia Pimentel, directora del Comité para la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres (CEDAW, por sus siglas en inglés), exhortó hace dos meses, en una conferencia en Nueva York, a los gobiernos del mundo no sólo a aprobar leyes que protejan los derechos de las mujeres y eliminen la discriminación debido al género sino a ponerlas en marcha por completo.

Expresó también que sigue siendo preocupante la escasa representación de las mujeres en los puestos de mayor relevancia en los ámbitos público y privado. Según CEDAW, sólo uno de cada seis funcionarios de gobierno de nivel ministerial en el mundo es mujer. Asimismo, tan sólo 13 de las 500 empresas más grandes del mundo tienen una directora ejecutiva del sexo femenino.

Pimentel estuvo acompañada por Rashida Manjoo, relatora especial de Naciones Unidas para erradicar la violencia contra la mujer, quien presentó su reporte ante la Asamblea General del organismo humanitario internacional, luego de sus visitas a tres países: Argelia, Estados Unidos y Zambia.

Manjoo informó que la violencia contra la mujer es “omnipresente, extendida e inaceptable” y que las distintas formas de agresiones contra la población femenina son a la vez causa y consecuencia de la discriminación, la desigualdad y la opresión.

La experta señaló en su investigación sobre Estados Unidos que “entre las mujeres inmigrantes existe una mayor prevalencia de malos tratos debido a su limitado acceso a servicios jurídicos”.

Indicó también que muchas mujeres que viven con estadounidenses evitan solicitar ayuda de las autoridades en caso de sufrir violencia por miedo a ser deportadas.

Asimismo, estableció que “a menudo los agresores no inician el procedimiento de solicitud de la residencia permanente para su pareja o cónyuge extranjera a fin de mantener su autoridad y control sobre esas mujeres”.

El duro encuentro en España

Según un fotorreportaje difundido en Internet en 2009, la mayor parte de las mujeres que llegan a España víctimas de los traficantes procede de Brasil, Colombia y República Dominicana. Asimismo, en los últimos años se ha observado un incremento del tráfico de jóvenes procedentes de Rumania.

Las latinoamericanas suelen llegar a España tras hacer escala en París, desde donde se dirigen a los aeropuertos de Vigo, Bilbao o Madrid. Las procedentes de Europa del Este hacen el viaje por carretera, habitualmente en autobús o furgoneta. Son captadas y traídas a España por las mafias brasileñas  con la promesa de un futuro mejor, pero la realidad es bien distinta. Al llegar tendrán que hacer frente al viático, que es la deuda contraída por el boleto de avión, el dinero en efectivo que deben mostrar en la aduana y la reserva de hotel con la que justifican su estancia como turista en la nación ibérica. Cuando llegan a los clubes de alterne tendrán que ejercer la prostitución a diario para pagar sus deudas.

Pese a que se han endurecido las leyes,  Francia y España son los países europeos donde se han detectado más casos de explotación sexual y trabajos forzados. España contabilizó en 2008 más de dos mil 500 víctimas, y Francia cerca de dos mil. En ambos países las principales víctimas son rumanas, brasileñas, colombianas o mujeres de África Central y Occidental. España también es país de paso para las víctimas que viajan al resto del viejo continente.

De acuerdo con el mismo fotorreportaje, en América Latina el tráfico ilegal de personas mueve unos 16 mil millones de dólares al año (más de 12 mil millones de euros), y ha convertido a México en el epicentro de esta práctica ilegal, que también amenaza a Argentina, Colombia, Brasil y Ecuador.

Como datos generales, el reporte indicó que 78 por ciento del tráfico de mujeres de todo el mundo está relacionado con la explotación sexual, 18 por ciento corresponde a trabajos forzados, de los cuales 20 por ciento son desempeñados por niñas. Se calcula que aproximadamente dos millones de menores son forzadas cada año a prostituirse, o son utilizadas como soldados o como esclavas.

En España nueve de cada diez prostitutas proceden de países lejanos, en su mayoría del Este de Europa, aunque también llegan desde Latinoamérica y el África Subsahariana. Los más de 2.5 millones de españoles que admiten ser clientes habituales del sexo proporcionan a las “empresas” del sector unos 45 mil euros al año por prostituta. Las que trabajan para proxenetas les reportan unos cien mil euros anuales, y cada uno de ellos explota a unas 20 o 25 mujeres.