Conservar la unidad rumbo al triunfo
Alfredo Ríos Camarena
José Martínez Ruiz, Azorín, 1873-1967, fue el último ilustre miembro de la llamada Generación del 98 y, entre muchas de sus obras, escribió un opúsculo denominado El político, donde ofrece 47 consejos a quienes quieran dedicarse, o se dediquen, a esta actividad.
“No tema tampoco el político contradecirse cuando apele unas veces a la entereza y otras a la condescendencia.” En estas palabras, refleja Azorín que es de sabios cambiar de opinión, y así lo hicieron los altos dirigentes priistas en cuatro recientes decisiones estelares, que a continuación menciono:
Decisión 1.- Frente a las diversas propuestas que el PRI tenía para decidir la candidatura al gobierno del Estado de México, entidad fundamental por el número de electores y de distritos que tiene, el partido decidió sostener la candidatura de Eruviel Avila, a pesar de que éste no era de los hombres más cercanos a Peña Nieto. El resultado todos lo conocemos: una aplastante victoria electoral del tricolor; por encima de las amistades se privilegió el pragmatismo político.
Decisión 2.- La contienda interna en el PRI para la Presidencia de la República se veía poco clara, pues al menos existían dos aspirantes suficientemente preparados para disputar este cargo; la convocatoria que hizo el partido fue para una elección abierta. Más tarde, gracias a su talento, Manlio Fabio Beltrones declinó, y con esto, prácticamente existe un solo candidato que oportunamente será nombrado; me refiero a Enrique Peña Nieto, a quien en días pasados en la Sexta Reunión Plenaria, celebrada en Guanajuato, de la fracción priista del Senado, Manlio Fabio Beltrones reiteró su plena y absoluta solidaridad; cualquier problema en una elección interna podría haber fracturado las filas priistas, como ha sucedido en el pasado reciente.
Decisión 3.- Después de haberse nombrado a Humberto Moreira como presidente del PRI, surgió una campaña sobre las finanzas públicas en el estado que recién había gobernado; la prensa, los analistas políticos y los propios priistas se percataron de que esta ofensiva podría afectar seriamente la campaña, y por ello, fue aceptada la renuncia de Moreira; decisión importante, y más aún, refrendada con el nombramiento de un priista de viejo cuño e intachable trayectoria, Pedro Joaquín Coldwell.
Decisión 4.- Durante el breve periodo de Humberto Moreira, se efectuó una coalición electoral con el Partido Nueva Alianza, que es dirigido, tras bambalinas, por la profesora Elba Esther Gordillo; esta alianza tenía pros y contras, era un arma de dos filos: por una parte, no hay duda de que el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, base fundamental de ese partido, aportaría un ejército electoral preparado y disciplinado; y, por la otra, el prestigio de la profesora Gordillo ha sido sumamente cuestionado, y una alianza con el PRI es probable que desprestigiara al Revolucionario Institucional. Se ponderaron estos factores y, finalmente, la acertada decisión fue romper dicha alianza para preservar la unidad, pues los cargos legislativos que se le habían otorgado, molestaron y enojaron a numerosos priistas. No hay duda, fue una decisión premeditada, consciente e inteligente. Hoy por hoy, se han vencido los plazos que señala el Código Electoral para cualquier coalición nueva, por lo que el partido de Elba Esther tendrá que caminar solo.
Estas decisiones pragmáticas nos permiten observar que el PRI está forjado y construido por políticos profesionales, que saben que cada movimiento y decisión pueden afectar el resultado electoral. No hay duda de que la sabiduría práctica del PRI se ha impuesto.
Sin embargo, falta un elemento sustancial, la definición clara del partido en materia ideológica y doctrinaria, que habrá de observarse con mayor claridad cuando se elaboren las listas de diputados plurinominales y senadores de lista nacional, pues en éstas, el Partido debe buscar a militantes con trayectoria académica y principios ideológicos definidos.
Es de sabios cambiar de opinión…