Futuro hipotecado


Magdalena Galindo

Aunque es cierto que no es la política económica la que genera las crisis, ni tampoco se puede salir de ellas a través de simples medidas políticas, también hay que reconocer que los gobiernos tienen una enorme responsabilidad tanto en agravar o atenuar la situación, como en el reparto de los costos o de los beneficios de la actividad económica. Algunas de las cifras registradas en estas semanas permiten afirmar que la gestión de la economía de la administración de Felipe Calderón es una de las peores de la historia del país. Sólo voy a referirme a tres aspectos que dan cuenta del comportamiento reciente en materia económica: los ingresos petroleros, la deuda y la balanza comercial agropecuaria.

En cuanto a los ingresos petroleros, el alza, que ha batido récords, en el precio del petróleo, ha determinado que las ventas de crudo al exterior hasta noviembre del año que acaba de terminar hayan alcanzado la cifra inusitada de 45 mil 159 millones de dólares que, sumados a los años anteriores, dan un ingreso, por concepto de exportaciones petroleras, de nada menos que 222 mil 669 millones de dólares en lo que va del sexenio. Esos enormes recursos, sin embargo, no han servido ni para sanear las finanzas públicas, ni para dinamizar la economía, pues a lo largo de los últimos cinco años el producto interno bruto se ha mantenido prácticamente estancado.

Por si fuera poco el malgastar los ingresos petroleros extraordinarios, el gobierno de Calderón se ha dedicado a endeudar el país tanto con créditos del exterior, como a través de emisiones de Cetes, bondes y demás, de modo que, al finalizar noviembre, la deuda externa del sector público federal tenía un saldo de 113 mil 600 millones de dólares, mientras la deuda interna llegó, también hasta noviembre, a 3 billones (millones de millones) 131 mil 400 millones de pesos. Esta gigantesca deuda obligó a pagar por intereses y comisiones 179 mil 800 millones de pesos. Para que usted tenga una idea de lo que eso significa, es más del doble del presupuesto asignado a desarrollo social el año pasado, que fue de 86 mil 421 millones, y rebasó, por mucho, al gasto en salud que sumó 106 mil 314 millones de pesos.

De acuerdo con el Banco Mundial, el servicio total de la deuda externa, esto es los intereses más los reembolsos del principal, más los reembolsos (recompras y cargos) al Fondo Monetario Internacional, fueron en 2010 por 31 mil 216 millones de dólares. Al ver estas cantidades es evidente que no sólo se debe poner un límite al endeudamiento que el gobierno federal puede contratar, sino obligar a informes  que salgan de los sótanos estadísticos para dirigirse al público y explicar claramente el destino de los recursos y los costos financieros que implican.

Finalmente, en cuanto a la balanza agropecuaria, se trata también de un dato alarmante. El déficit acumulado hasta octubre fue de 2 mil 209 millones de dólares, o sea un 98 por ciento mayor al de 2010. Si bien el monto puede considerarse bajo, si se compara con otros rubros de la balanza de pagos, lo alarmante está en la casi duplicación del déficit y en que se trata de un renglón estratégico, pues el producto más significativo fue el maíz cuyas importaciones sumaron en los cinco años de Calderón 9 mil 662 millones de dólares. Ese aumento de la dependencia en el alimento más importante de los mexicanos también da cuenta de la crisis que vive el campo y en especial los campesinos pobres que son los principales cultivadores de ese grano básico.

No se trata, pues, sólo de una crisis económica y una volatilidad financiera que nos vienen del exterior, sino también de una toma de decisiones errónea que no sólo han agravado la situación sino que también implican una hipoteca del futuro del país y un daño para amplios sectores del pueblo mexicano. En efecto, cuando se vayan, hay que reconstruir el país.