Impunidad, hambre y sequía

Félix Fuentes

El desatino de la guerra contra la delincuencia organizada coincide con la batalla perdida del hambre y la sequía que azotan la república. En el primer caso, Felipe Calderón se lanzó con los militares, sin medir el potencial del enemigo, y en el segundo, actuó demasiado tarde, como acostumbra.

En México, los medios informativos han criticado en diferentes tonos ¾en por lo menos cinco años¾ la disparatada “guerra” contra el narcotráfico, pero el primer mandatario ignora los reclamos y a la evidencia de más de 50 mil ejecuciones responde con las frases del “camino correcto”, “hubiera sido peor no haber actuado a tiempo”, “logramos avances” y “continuará el Ejército…”

Las críticas parten de los mismos panistas. Las ha hecho Vicente Fox, quien insistió en la despenalización de las drogas y en un armisticio con las pandillas del narco. Lo mismo piden algunos blanquiazules ¡por la visita del papa Benedicto XVI!

A la vez, organismos internacionales desnudan la realidad mexicana por la inseguridad y tanta sangre derramada. Incluso relacionan a funcionarios calderonistas con capos del nivel de El Chapo Guzmán, calificado en Estados Unidos como el número del mundo.

Human Rigths Watch afirmó en su reciente informe que la violencia en México ha aumentado “horrorosamente” en los últimos años y no hay sistema para hacer justicia.

Human Rigths Watch destacó que Calderón emplea a los militares y “no están entrenados para realizar acciones policiales, y gozan de impunidad cuando cometen abusos. Existe una impunidad absoluta en México para los militares”, recalcó.

La Secretaría de Gobernación replicó que la Comisión Nacional de Derechos Humanos recibió 6 mil 65 quejas contra la Sedena y sólo 98 (1.61%) se tradujeron en recomendaciones, por las cuales se procedió contra 266 militares indiciados o sujetos a procesos.

Sólo 29 sentencias se han dictado con base en esas recomendaciones, en el sexenio calderonista. Por ello insiste Human Rigths Watch en la impunidad de los militares. Sin embargo, todo va a seguir igual porque Calderón insiste en mantener a las fuerzas armadas en su dichosa “guerra”.

Human Rigths Watch exhibe a México como la segunda nación más insegura del mundo, sólo después de Afganistán. A lo anterior se suman las imágenes de horror de los decapitados y de la “caravana del hambre”, con vacas flacas o disecadas llevadas a la Secretaría de Gobernación.

Los granaderos se enfrentaron a los campesinos llegados de estados de la república azotados por la sequía, pero no pudieron impedir que las cercas metálicas fuesen derribadas con vehículos de los manifestantes. Fue un espectáculo que refleja a México, tal cual.

Lejos de Bucareli, en Corrales, Zacatecas, y rodeado de miles de militares y agentes, el presidente Calderón repartió botellas con agua, y dijo, a unos cuantos, que “nadie morirá por falta de agua y comida”.

Tardó meses Calderón en acercarse con sus botellas a los hambrientos. En días anteriores corrió la versión por el mundo que los tarahumaras se arrojaban a los precipicios, desesperados por el hambre. El calderonismo lo negó, pero la mala noticia ya había corrido por el planeta.

Es el país que va a dejar Calderón, ensangrentado por la estúpida guerra contra el hampa ¾estúpida porque no fue debidamente implementada¾ y con más de 50 millones de pobres, muchos de los cuales mueren de hambre, así diga el Presidente lo contrario.

Y la peor amenaza se gesta en el seno del PAN, donde el precandidato de ese partido, Ernesto Cordero, insiste como loquito en seguir los pasos de su jefe Calderón, con los militares baleándose con la delincuencia.