Fallo extravagante
El noventa por ciento de los políticos
desprestigian al diez por ciento restante.
Henry Kissinger
José Fonseca
El extravagante fallo de la sala regional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, mediante el cual una votación de dos a uno anuló la elección del alcalde de Morelia celebrada el pasado 13 de noviembre, abre ominosas posibilidades para la elección del presidente de México.
No se trata sólo de lo subjetivo de los argumentos subjetivos esgrimidos por los dos magistrados que votaron a favor de tal proyecto, sino de la creciente tendencia de partidos y candidatos a impugnar los actos más triviales y frívolos.
En el caso de Morelia, se subestimó la inteligencia de los votantes, pues suponer que fueron llevados a votar por el ganador de los dos conteos de votos sólo por una transmisión televisiva de cuatro minutos y un emblema partidista en el calzoncillo de un boxeador.
Muchas de esas denuncias parecen más maniobras de litigantes empeñados en enredar un proceso judicial que auténticos propósitos de preservar la equidad de la contienda por la Presidencia de la República.
A lo largo de las diversas etapas del proceso electoral seguramente se multiplicarán las denuncias de presuntas violaciones a la ley electoral, una ley que, reformada en 2007, ha dejado tantos huecos que luego las autoridades deben tapar, con el riesgo de caer en la tentación de redefiniciones legales que luego pueden influir en la elección presidencial.
Aunque se trata de una elección local, el caso Morelia es paradigmático. Se anuló la elección por una transmisión en televisión de paga del cierre de campaña del candidato a gobernador, en la cual apareció durante cinco minutos el candidato a la alcaldía moreliana. No importó que se hizo un recuento de voto por voto casilla por casilla.
La presunción de los magistrados de la sala regional del Trife es peligrosa, pues por el simple hecho de haberse transmitido, consideraron que era propaganda política contratada, aunque nunca tuvieron pruebas documentales de que fuera así. Es un mal precedente para los medios, pues se corre el riesgo que cualquier transmisión de un evento político considerado noticioso sea considerada propaganda pagada por algún extravagante magistrado electoral.
En el caso del emblema en el calzón de un boxeador, los magistrados insultan la inteligencia de los votantes.
Mal precedente, pues si esos endebles argumentos jurídicos van a sustentar la evaluación de la elección presidencial, después del uno de julio de 2012 podríamos vivir la paradoja de que siete magistrados del Tribunal Federal Electoral vayan a contradecir la voluntad de los millones de ciudadanos que votarán en las urnas.
Y anular esos millones de votos con pretextos fútiles.
jfonseca@cafepolitico.com
