Responsabilidad con la república

 

Si alguien piensa que no tiene responsabilidades,

es que no las ha descubierto.

Mary Lion

 

José Fonseca

A cuatro días para la conclusión del periodo legal de precampañas y a cuatro meses 19 días de la elección presidencial, cada vez es más evidente cuánto depende el clima político de la actitud que asuma el presidente Felipe Calderón frente al reto que tiene su partido de retener la Presidencia de la República.

Ha maniobrado hasta ahora para dañar la imagen del PRI y de su precandidato único, Enrique Peña Nieto, renunciando a enfrentar el reto con la utilización de la ley penal contra sus adversarios, en lugar del manual de la política.

Ha logrado el presidente Calderón mantener a la defensiva al PRI y a su candidato, y con ello coloca al priismo en la incómoda posición de víctima del poder presidencial.

Para el priismo, sin embargo, no es sólo una incómoda posición, sino que corre el riesgo que buena parte del respaldo actual se diluya, pues difícilmente la población puede aceptar en el PRI el papel de víctima. No cuando gobierna a las dos terceras partes de los estados de la república. No cuando hasta ahora la popularidad de Peña Nieto le da la oportunidad de recuperar la Presidencia.

Temple exige resistir la ofensiva presidencial, pero también exige carácter demostrar que no se arredran ante ella. Carácter que no compagina con la actual pasividad.

Ya definida en Josefina Vázquez Mota la candidatura presidencial del PAN, y mientras ésta decide la estrategia para mantener, primero, el segundo lugar en las preferencias electorales y luego alcanzar al puntero, quien tiene camino libre para su estrategia y tácticas es el candidato de la izquierda Andrés Manuel López Obrador.

Al amparo de la impunidad, saber que no se atreve ninguna autoridad a limitarlo, López Obrador mantiene su incesante actividad y sigue el guión por él trazado.

Ya no sólo son el PRI y Peña Nieto sus blancos, ahora también lo son el PAN, su candidata y el Presidente y sus políticas económica y de seguridad.

Más allá de la inviabilidad práctica de sus propuestas, gradualmente eleva el tono de su discurso. Imperceptiblemente, poco a poco retoma el tono desafiante de hace seis años, aunque sin dejar de hacer votos por su “república amorosa”.

Es en este clima político que el presidente Calderón debe decidir cuál será el camino que tomará.

¿Tratará de ir cerrando los pendientes que sea posible o se esforzará por derrotar al PRI, aun cuando eso signifique dejarle el paso libre a López Obrador?

Decisión que exigirá un sincero examen de conciencia, un auténtico ejercicio de autocrítica, pero, sobre todo, exigirá de un clara determinación de cuál es su responsabilidad para con la república.

 

jfonseca@cafepolitico.com