Amarga lista de medidas de austeridad
Bernardo González Solano
Parece que apenas fue ayer, pero lo cierto es que la crisis griega empezó hace 26 meses, en diciembre de 2009, después de que las agencias de notación decidieron degradar la calificación de la deuda pública griega a largo plazo, lo que dio como resultado una fuerte alza de las tasas de interés más un fenómeno especulativo sobre los mercados, acompañado de la devaluación del euro.
El elevado fenómeno del endeudamiento público se agravó por el descubrimiento de estadísticas falsas proporcionadas por el gobierno anterior que les permitieron ingresar en la zona euro en 2001. Todo esto y más permitió que Grecia rompiera las Reglas del Pacto de Estabilidad. La debilidad de la reacción europea, sobre todo de Alemania, contribuyó a agravar la situación, lo que pegó directamente en las Bolsas del viejo continente.
Ahora, Atenas enfrenta la realidad: los gravísimos problemas en el exterior y la decisión para resolverlos provocaron la desesperación popular, cuyos derroteros nadie sabe dónde desembocarán. Los gases lacrimógenos no apagan fácilmente los cocteles molotov.
El testimonio de Sofía
El domingo 12 de febrero, en urgente sesión dominical después del mediodía, en el interior del Parlamento de Atenas, los debates eran particularmente tormentosos. Los diputados se desgarraban al discutir dos textos que contienen toda una amarga lista de medidas de austeridad. Un programa impuesto por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional que es la condición sine qua non para desbloquear un segundo préstamo de 130 mil millones de euros.
El primer paso de medidas, adoptadas en mayo de 2010, de un importe de 110 mil millones de euros no fue suficiente para Grecia, que confronta una deuda de 350 mil millones de euros. Del voto dominical dependía también el acuerdo final de los acreedores privados del país, para la reducción de 100 mil millones de euros de la deuda. El paquete completo debería completarse entre el lunes 13 y el miércoles 15, a riesgo de que el país se declare en quiebra el mes próximo. El primer ministro, Lucas Papademos, que consiguió reunir su inconexo gobierno sobre el proyecto el viernes 10 después de la renuncia de algunos de sus miembros, resumió solemnemente, el domingo por la mañana, el compromiso: este “voto histórico”, es, según su punto de vista, el único camino para evitar el “caos”.
Pero, fuera del recinto parlamentario, una vez más la calle se incendia. A las 17 horas, en la plaza Syntagma la multitud empieza los choques con la policía. Las autoridades dicen que son 25 mil; los organizadores, 100 mil. Al final de cuentas, decenas de miles. Todos indignados. El anciano luchador francés Hessel tenía razón: tituló su famoso panfleto: Indignez-vous! (¡Indígnense!). Por eso ya vendió más de un millón de ejemplares.
Sofía, una enfermera de 43 años, y sus dos hijos se preparaban para manifestar contra el voto del sexto plan de austeridad en el Parlamento. La mujer dijo a un periodista: “No queremos un salario mínimo de 480 euros neto por mes, y tampoco queremos más liquidaciones. Es necesario que nuestros diputados entiendan que son elegidos para representar nuestros intereses y no los de los dictadores europeos”. ¿En dónde he escuchado algo similar?
Media hora después de que empezaron a reunirse en Syntagma, comenzaron los choques con la policía. Los tiros de gas lacrimógeno de los gendarmes respondían al lanzamiento de piedras y cocteles molotov de los manifestantes. En medio de la enfebrecida multitud, los árboles comenzaron a quemarse. La angustiada enfermera agregó al periodista: “¡Esto no es una democracia! ¡Se nos impone un gobierno sin elecciones y se nos impide manifestarnos!”
Pero no se deja impresionar: “Regresaremos por la noche y mañana. Aunque la austeridad sea aprobada, se bloqueará cada reforma”.
Amanecer lluvioso
El lunes 13, la capital ateniense amaneció con una llovizna que resaltaba los destrozos de la víspera. Nadie podría dejar de advertir que el descontento popular llegó a la ira por la aprobación parlamentaria del acuerdo de austeridad. El pueblo ya no resiste más. Las cenizas en que se convirtieron muchos edificios ponían en claro la rabia que originan entre los griegos los recortes y el acuerdo de los diputados que no escuchan a la población. Las encuestas señalan que el 79% de los hijos de Grecia lo rechazan.
Esta clase de descontento no se veía en la capital griega desde hace tres años, cuando el asesinato del joven Alexis Grigorópolus por agentes policiacos resultó en una violenta revuelta juvenil. Al respecto, el alcalde ateniense, Yorgos Kaminis, declaró al canal de TV Mega: “Por desgracia, parece que estamos reviviendo lo que pasó hace unos años”.
Los corresponsales europeos describieron así el escenario de Atenas: “Especialmente en las avenidas que comunican las céntricas plazas de Syntagma y Omonia, el panorama asemejaba la resaca de un bombardeo: verjas metálicas retorcidas por el fuego, cristales rotos, tejados derrumbados y negocios saqueados… 48 edificios ardieron total o parcialmente, entre sedes bancarias, grandes tiendas y arcadas comerciales… La pérdida más sentida es probablemente la del cine Attikon (1881), situado en un bello edificio neoclásico, que ardió durante horas alimentado por los cocteles Molotov y el material inflamable de las butacas y los viejos rollos de películas… Otro cine ardió parcialmente, el Asty, pagando un alto precio por ser en el pasado un centro de torturas de la Gestapo durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial, y lugar simbólico de ira para una sociedad que se siente «vendida» a las presiones de la Alemania de Angela Merkel… Unos 150 negocios vieron también sus productos saqueados y los propietarios se afanaban por limpiar los destrozosy los cristales rotos al inicio de una semana que se prevé será un nuevo quebradero de cabeza para las aseguradoras y un nuevo agosto para los vendedores de cristales… Con todo y a pesar de la situación económica crítica por la que atraviesan las instituciones griegas, el Ayuntamiento de Atenas prometió a los comerciantes ayuda para reparar los desperfectos… Más de un centenar de personas resultron heridas, de ellas la mitad policías, y se practicaron 130 detenciones, según datos de la policía…”
Para la historia. Los testigos aseguran que los enfrentamientos se iniciaron cuando el popular cantante de izquierda, Mikis Theodorakis, uno de los organizadores de la protesta junto con los sindicatos, dijo a la policía que le dejaran subir a las escaleras del Parlamento para dirigir un discurso a los manifestantes. La respuesta fue inmediata. Los antidisturbios arrojaron gases lacrimógenos. Y ahí fue la de Dios es Cristo. Todavía no se hacen cálculos de las pérdidas.
Por su parte, el Carstens de los griegos, el ministro de Finanzas, Evangelos Venizelos, hizo un llamamiento a la “responsabilidad”, después de las renuncias de algunos de sus compañeros en el gobierno.
Europa, en general, y Alemania, en particular, desconfían de una Grecia que no termina por aplicar las reformas económicas y fiscales comprometidas, los disturbios del domingo 12 suscitaron más desconfianza, sin importar que el pueblo heleno esté a punto de reventar. El plan diseñado por la troika ¾Unión Europea, Fondo Monetario Internacional y Banco Central Europeo¾ supone un ahorro de 3 mil 300 millones en lo que resta de 2012, contempla la rebaja del salario mínimo en un 22% y el despido de 15 mil funcionarios.
Dijeran los cubanos: “la cosa urge, chico”. Atenas necesita el dinero antes del 20 de marzo, fecha en la que se vence una deuda de 14 mil 500 millones. Pero, la población sólo piensa en los recortes que ya ha sufrido y en la recesión imparable.
Concretamente, las medidas prevén la reducción de los gastos de salud (mil 60 millones de euros), militares (300 millones de euros), la reducción del salario mínimo (que pasaría de 751 a 586 euros), baja suplementaria de 10% para los asalariados menores de 25 años; cierre o fusión de establecimientos públicos, etcétera. Además, se nombraría a un comisario encargado de controlar las cuentas y cada tres meses, se haría una evaluación de las mismas. Dado el caso, medidas de austeridad suplementarias también se tomarían. Grecia se compromete, además, a extender su deuda por 40 años.
De tal suerte, el Partido Comunista griego propone que Grecia abandone la zona euro, pero los especialistas aseguran que si Atenas vuelve al drama los problemas se agudizarían y la inflación subiría a niveles muy peligrosos.
Muchos son los griegos que aseguran que la salida de la zona euro no es una buena solución, aunque también piden que se les entienda en Europa. Hasta el momento ningún político importante ha hecho una propuesta para reactivar el empleo. En esas condiciones no es posible vivir con cierta holgura. Varios especialistas dicen que los griegos no son los que han fallado, y que no es una tontería suponer que otros los han tratado como conejillos de indias de Europa. Casi un nudo gordiano. Pero si los que inventaron la mitología no encuentran solución a su problema, entonces ¿quién la encontrará?