Dos extraños incendios ocurridos en Honduras en menos de cinco días, han puesto de nuevo los ojos sobre este país centroamericano, donde las condiciones de miseria y la confrontación social, así como el narcotráfico, son factores determinantes de su actual escenario político, económico y social.
El pasado martes 14 de febrero, día en que en muchos lugares, incluido Honduras, se celebra el día del amor y la amistad, un extraño incendio en una cárcel de ese país, cobró la vida de 359 reclusos, convirtiéndose, según las autoridades, en el peor de su historia ocurrido en un presidio.
Cuatro días después, otro inexplicable incendio, esta vez sin víctimas, acabó con cinco mercados populares, damnificando a por lo menos 25 mil puesteros. Al igual que el incendio en la cárcel de Comayagua, las causas son desconocidas y el actuar de las autoridades es fuertemente criticado.
El gobierno del presidente Porfirio Lobo ha sido duramente criticado, sobre todo en el caso del primer incendio, debido al alto número de muertos, pero sobre todo, por la forma de actuar de las autoridades.
Aunque se espera una versión oficial producto de una investigación, son muchos los testimonios de los familiares de las víctimas que consideran que se actuó muy tarde para evacuar a los reos. Este penal que supuestamente debe albergar como máximo a 400 reos, contaba con una población superior a los 850.
No es la primera vez que se incendia un penal en Honduras, además de que no es la primera vez que se señalan las pésimas condiciones de las cárceles de este país y de la mayoría en América Latina. Sobre todo por la sobre población carcelaria y las condiciones de hacinamiento de los reos, de hecho, Naciones Unidas (ONU) demandó una “investigación independiente” sobre el incendio en la cárcel de Comayagua, al mismo tiempo que reiteró, a través de la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos (ACNUDH) del organismo mundial, las críticas sobre las condiciones de los penales en América Latina.
El segundo incendio que arrasó los mercados San Isidro, Quinta Avenida, Lagos Galindo, San Miguel y Colón, no tuvo víctimas fatales, pero acabó con los puestos de 25 mil personas. En este siniestro, el mandatario Lobo sí acudió al escenario del mismo e incluso se apresuró a ofrecer ayuda. “Estamos dispuestos a ayudarlos, jamás los dejaríamos solos” dijo el mandatario a los dueños de los puestos que perdieron sus mercancías.
Estas declaraciones no han sido bien vistas por los familiares de los reos, la mayoría de los cuales, al cierre de este material, todavía no sabe si su familiar está vivo o muerto.
Ya son muchos años desde que se conoce la terrible situación de los penales en América Latina y no es la primera vez que ocurren tragedias como la de Honduras, pero si llama la atención que el hecho de que se trate de reos, haga que la indiferencia gubernamental se evidencie una vez más. Luego los gobiernos se molestan cuando se habla de “limpieza social”, pero hechos como el de Honduras, abonan la sospecha.