Entrevista a Ciro Murayama/Profesor-investigador de la Facultad de Economía de la UNAM
Nora Rodríguez Aceves
En el Distrito Federal, en materia de política social, es necesario pasar de las buenas normas a las buenas prácticas.
“Existen áreas de opacidad que imposibilitan la evaluación del desempeño real de los programas sociales, pues en más de un 25 por ciento de los casos no hay información suficiente en materia de presupuesto y de metas cubiertas. La participación social y la transparencia son aún más propósitos adecuados que realidades tangibles”, afirma el estudio Evaluación de las políticas y programas sociales implementados por el Gobierno del Distrito Federal realizado por la UNAM.
De igual forma señala que “el avance en el diseño de los principios y alcances de la política social no está en sintonía con los avances reales en la operación. La pertinencia de las áreas donde se desarrollan los programas sociales contrasta con la dispersión programática. La universalidad se ve limitada por la escasez de recursos económicos. Sobresalen los programas de transferencia de recursos a la población”.
El estudio de la UNAM
Ciro Murayama Rendón, coordinador de la evaluación por parte de la UNAM, comenta que “la Asamblea Legislativa del Distrito Federal a través de la Comisión de Vigilancia y Evaluación de Políticas y Programas Sociales del Distrito Federal convocó a la Universidad Nacional para hacer un estudio de la situación de los programas y políticas sociales en la capital del país. Los poderes legislativos, en el caso del DF la Asamblea Legislativa, tienen la tarea de ejercer cierto control, cierta vigilancia, por parte de la representación popular de las distintas fuerzas políticas de lo que hace el Ejecutivo, el gobierno de la ciudad, esto es normal en toda democracia con división de poderes y en este caso recurrió a la Universidad Nacional Autónoma de México para que especialistas tanto de la Facultad de Economía como del Instituto de Investigaciones Sociales participáramos en esta evaluación”.
Los legisladores, agrega, “nos convocaron a realizarla en 2010, la entregamos en 2011, y ahora en 2012 salió la publicación; el hecho de que nosotros hiciéramos la investigación a lo largo de 2010 y 2011, quiso decir que teníamos que hacerlo sobre 2009, año en que ya se había acabado el ciclo fiscal, por lo tanto, ya teníamos todos los elementos para saber indicadores de gasto, de cobertura de metas de los programas, trabajamos con 70 programas cuya reglas de operación fueron publicadas en la Gaceta Oficial del DF ¿Qué significa esto? que se decía: ¿Cómo se llamaba el programa?, ¿cuáles eran sus objetivos?, ¿a quién se dirigía?, ¿quién lo instrumentaba?, ¿cuál era su presupuesto?; en fin, esto se público en la Gaceta”.
“En la ciudad de México —indica el profesor-investigador de la Facultad de Economía— se habla de varios cientos de programas sociales —más de 480—, lo que pasa es que eso involucra a las delegaciones de la ciudad que a su vez tienen sus propios programas sociales, nosotros nos limitamos a analizar lo que hace la administración central, la jefatura de Gobierno que encabeza Marcelo Ebrard, lo que hicieron los jefes delegacionales, esos no son objeto de esta investigación”.
Avances
En este contexto, el doctor Murayama precisa a Siempre! que “esta es una evaluación del diseño de la política social, no de su impacto, esto es, no se midieron indicadores de pobreza una vez que se echó a andar tal programa, lo que se vio es cómo está funcionando, y lo que se encontró fue que en el DF hay avances normativos legislativos importantes en materia de política social, que entre otras cosas dice que se debe seguir el principio de universalidad que contrasta con el criterio de focalización de la política social federal; por ejemplo, en vez de estar dando apoyos a grupos específicos debería de ser una política que genere derechos sociales para el conjunto de la población, este es un criterio, un principio, muy relevante de la política social”.
Además, se han “tenido avances en la normatividad que permite y exige que esta política social a través de sus programas se presente en la Gaceta Oficial del Distrito Federal y se conozca oficialmente qué se está haciendo. Otro avance importante es que algunos de estos derechos son ya consagrados de los derechos sociales en leyes, no son programas que se quitan o se pongan sino que son decisiones de la Asamblea Legislativa, como es el caso muy conocido de adultos mayores que ya no sólo es un programa sino que está respaldado por una ley, esos son avances normativos institucionales importantes”.
Lo que se pudo ver en cuanto a la práctica fue “cierta dispersión de los programas, si se revisan financieramente estos programas recibieron alrededor de 17 mil millones de pesos en 2009, ese es el volumen del gasto en materia social, que es alrededor de una cuarta parte de lo que gastó la administración central en la ciudad; no es poco, entonces si revisamos financieramente, el gasto está concentrado en 15 de estos 70 programas que se llevan más del 95 por ciento; por lo tanto, hay una dispersión programática y una concentración presupuestal. Realmente la política social se concentra en 12, 15 programas, lo demás son programas muy puntuales, con muy poco respaldo financiero, que por lo mismo tendrán poco efecto en la calidad de vida de los habitantes de la ciudad”.En materia de la población beneficiaria, apunta Murayama, “casi siempre se dirigen a población vulnerable, discapacitados, niños en riesgo de abandono escolar, madres solteras, adultos mayores, pero la desigualdad y la pobreza cruzan a toda la población, necesitaríamos tener una política social que se haga cargo que no sólo hay unos grupos particulares en riesgo, sino que la pobreza, la desigualdad, afectan a toda la población, a los adultos jóvenes, incluso, a los adultos, no es un problema de unos cuantos colectivos”.

