Violación sistemática y brutal en México

Genaro David Góngora Pimentel

La guerra que desató el señor presidente Felipe Calderón desde que se hizo del gobierno, se ha venido a definir por la violencia no solamente en los estados fronterizos, sino también en el interior del país y en áreas que antes se pensaban libres de conflicto y asesinatos. Todo esto ha sobrepasado claramente la capacidad del gobierno de la república, por ahora panista, además de lograr, como nunca había pasado, desanimar al pueblo mexicano en todos sus niveles.

67 mil 500 muertos es una cantidad que, según algunos analistas, son por ahora, el resultado de una guerra iniciada sin ningún trabajo de inteligencia previo.

Es conmovedor lo dicho por nuestro señor presidente, cuando comparó nuestros problemas con una operación de cáncer. Se pensaba, explicó, que bastaría abrir el cuerpo y cortar un tumor, pero una vez iniciada la operación se observó que no era algo tan simple, porque el tumor había logrado una metástasis que ya invadía el cuerpo entero. En otras palabras, así está México.

Si la seguridad nacional es concebida como un organismo para la obtención de información y producción de inteligencia, es darle un sesgo muy particular, que en ocasiones se llega a considerar solamente como un aspecto policiaco o para tratar de obtener datos sobre la delincuencia organizada; aquí es valioso puntualizar el hecho y la necesidad de que la seguridad nacional requiere de la obtención de múltiples datos y acciones; y éstos son generadores de inteligencia, esto es en realidad más amplio, es total, debe comprender los campos político, económico, social y militar, los análisis y estudios que se requieren son para dar cobertura al desarrollo nacional, no para vulnerarlo. Su utilidad es importante a condición de que estas actividades se encuentren al servicio de la política general, la que a su vez funcionaría y actuaría en beneficio del Estado.

Recordemos las palabras del general secretario Gerardo Clemente Vega, que respecto a la seguridad nacional, dijo: “La planificación de seguridad nacional debe de estar manifestada por todo el contexto del Estado donde se perciba como amenazado o afectado y no únicamente con criterios militaristas o de represión; la tendencia de responsabilizar a la fuerzas armadas de un país de la seguridad nacional, se da en ejércitos desempleados o virtualmente desconectados de sus funciones institucionales, derivando a misiones cuya pretensión sólo justifica su existencia; por lo tanto la seguridad nacional jamás debe prestarse a ser un instrumento para reducir o eliminar la democracia y el bienestar común, por el contrario, su compromiso es el de garantizar el desarrollo integral de un Estado, esto habrá necesidad de ser tomado en cuenta en forma permanente al desarrollar los planes y acciones de seguridad.” (Seguridad Nacional. Concepto, organización, método. General de división DEM Gerardo Clemente R. Vega. Véanse páginas 5 y 345).

Las organizaciones no gubernamentales de este país, así como las de carácter internacional como Amnistía Internacional y otros, han denunciado la violación sistemática y brutal de los derechos humanos en México.

La lista de derechos humanos violados es enorme. La Comisión Nacional de Derechos Humanos no ha sido suficiente para cuidar y declarar qué autoridades son las responsables. Con “mucho cuidado, no sé que otro adjetivo utilizar, no sabemos del desempeño de la CNDH en los asuntos que tramita y en cuáles no lo hace. Está bien que el ombudsman nacional sea “cuidadoso” en dictar sus resoluciones finales una vez que ha investigado las violaciones a derechos humanos, pero cualquier indicación o sospecha de que protege las actividades del gobierno daña su imagen.

Ha sido necesario que la Suprema Corte de Justicia de la Nación deje libres ya a numerosos indígenas chiapanecos juzgados y condenados por la matanza de Acteal, para que podamos advertir los fallos del país en la defensa y el cuidado de los derechos humanos de los pueblos indígenas.

Todavía recuerdo haber preguntado a uno de los subprocuradores de la Procuraduría General de la República cómo sabían quiénes habían sido los asesinos si a la matanza todos fueron con “pasamontañas. Bueno,
—me contestó—, en los pueblos todos se conocen… ¿Incluso con pasamontañas que cubren el rostro y dejan nada más libres los ojos?

No hay, es cierto, respeto por los derechos humanos en México. Las seis últimas sentencias de la Corte Interamericana de Justicia con residencia en Costa Rica han condenado a México por violaciones de derechos humanos. El gobierno panista ha estado incumpliendo los resolutivos de esas sentencias. El desconocimiento de quienes nos han representado en esos juicios de los derechos humanos y de los procedimientos en el Tribunal quedó de manifiesto lastimosamente en el caso Rosendo Radilla Pacheco, donde fuimos representados nada menos que por el entonces secretario de Gobernación, don Fernando Gómez-Mont.

No tenemos una sociedad inconforme que desee reformas, por el contrario los mexicanos estamos esperando con una pasividad asombrosa que me recuerda la oración del santo: “Dios da y Dios quita, bendito sea el nombre del Señor”. Cuando también dijo en otra ocasión que Dios ayuda al que trabaja y busca y quiere mejorar como sea.

Estoy hablando con un profundo sentido de urgencia y ansiedad que he visto en mis viajes por todo el país. Hablo con una creencia profunda en los ideales de quienes quieren un cambio ya, ahora, y en el potencial del Movimiento de Regeneración Nacional que hará la diferencia.

Hablo con una profunda confianza en la capacidad de proceder con valentía y sentido común por un cambio verdadero.