Aduanas que el PRI debe cruzar
Las actitudes son más importantes
que las aptitudes.
Winston Churchill
José Fonseca
Ha dicho Luis Videgaray, coordinador de la campaña presidencial del priista Enrique Peña Nieto que no se confían en las encuestas y actuarán como si no llevaran ninguna ventaja. “Como si estuviéramos cero a cero”, dijo.
Es una actitud racional y razonable, pues lo peor que podría hacer el equipo de campaña es comportarse de acuerdo con la considerable ventaja que a 126 días de la elección presidencial y aceptar como destino manifiesto un triunfo indiscutible el próximo uno de julio.
Este interregno en las campañas, el cual vence hasta el 29 de marzo, es un periodo para ser aprovechado para afinar la maquinaria priista con la cual enfrentarán todas las aduanas que deben cruzar antes de la elección.
Habrán de tener presente que el exceso de confianza influyó mucho en las dos derrotas sufridas en las pasadas elecciones presidenciales.
En 2000, Francisco Labastida Ochoa y su equipo no entendieron que el presidente Ernesto Zedillo estaba dispuesto a forzar la equidad en la elección. Y cuatro meses antes de los comicios en lugar de revisar tácticas y estrategias para atraer votantes, empleaban su tiempo en hacer planes para cuando ocuparan Los Pinos.
En 2006, Roberto Madrazo Pintado, luego del rompimiento con la profesora Elba Esther Gordillo, subestimó el daño causado a su imagen y olvidó sus propias recetas para ganar, recetas que le habían permitido ganar dos veces la elección de gobernador de Tabasco.
En ambos casos, al equipo del candidato lo permeó un espíritu de excesiva confianza, la misma confianza que cegó a Andrés Manuel López Obrador en 2006 y le llevó a decir, dos meses antes de la elección aquello de “sonríe, ya ganamos”. Y no, pues no ganó.
Es cierto, a 126 días de la elección presidencial las encuestas muestran al PRI y a Peña Nieto con una cómoda ventaja, pero como se dijo líneas arriba, faltan aduanas por cruzar.
El interregno electoral bien podría aprovecharse para vincular las estrategias y tácticas del equipo de campaña con la maquinaria del PRI, una gigantesca maquinaria que, impulsada como está ahora por el tufo del triunfo, puede ser muy poderosa, más que sus adversarios.
Pero la vinculación es importante, una vez sanadas las cicatrices por la selección de candidatos. Importante e indispensable, para que haya sintonía en el mensaje de todo el priismo.
Eso exige talento y, en palabras de don Enrique Olivares Santana, aseo, mucho aseo político.
Las otras aduanas son los debates con los adversarios de Peña Nieto. Tienen la ventaja de que los adversarios han apostado mucho a ellos, sabedores de que si el priista libra el primero, la historia podría haberse escrito.
Entonces queda la aduana esencial: la de sacar a los priistas, a los simpatizantes, a los independientes a votar el primero de julio.
El peor mensaje sería el de López Obrador. Les dijo a los suyos: “sonríe, ya ganamos”, muchos no fueron a votar y le faltó un cuarto de millón de votos para ganar la Presidencia.
jfonseca@cafepolítico.com